Acaba el curso escolar y empiezan las vacaciones. Todos los miembros de la familia desean disfrutar del verano. Los niños también necesitan romper con la rutina de la escuela, los deberes, los horarios y las actividades extraescolares. El verano es el momento ideal para relajarse y olvidar la disciplina del reloj.

La mayoría de los padres, considera que sus hijos deberían continuar con alguna tarea escolar también en vacaciones. Algunos padres lo plantean con el objetivo de reforzar lo aprendido durante el año, otros quieren que empiecen a preparar algunas asignaturas para el curso siguiente, y también hay quien desea simplemente tenerlos ocupados durante algunas horas del día. Como en casi todas las cuestiones relacionadas con la educación de nuestros hijos, también en este caso debemos dar prioridad a su bienestar y no a nuestro egoísmo.

Si un niño ha aprobado el curso y tiene un buen nivel, no tendrá problemas cuando regrese en septiembre, aunque pueda olvidar algunas cositas. De hecho, hemos de pensar que la memoria es limitada y que nunca recordaremos todo aquello que hemos estudiado. Por tanto, si no le han quedado asignaturas para septiembre es preferible dedicar el tiempo libre a las actividades lúdicas y no hacer más que las tareas recomendadas por la propia escuela.

La edad y el nivel de estudios son dos cuestiones importantes a considerar:

– Hasta los 8 ó 9 años, leer un libro, practicar algún deporte y jugar es suficiente.

– En el caso de niños mayores quizá son necesarias otras medidas, sobre todo cuando hay algún suspenso:

  • Una mala nota ya es un castigo por sí misma y por ello no conviene dramatizar ni hacerles sentir culpables. Es mejor reflexionar sobre los motivos que han llevado a este resultado y alentarles a superarlo que dejarlos sin vacaciones.
  • Marcar los objetivos reales (en qué asignaturas pueden mejorar) y programar un método de trabajo pueden ayudar a organizar el tiempo de repaso sin renunciar al ocio que también necesita.
  • Cuando las cosas no han ido bien durante el curso, se puede optar por las clases de refuerzo que muchos centros organizan durante un mes.
  • Aunque es preferible dedicar las mañanas a un rato de estudio no hay que marcar unos horarios inflexibles ni unas normas demasiado estrictas.

Hay que tener presente que un niño que aprovecha el verano para relajarse, jugar y compartir actividades con sus padres y amigos estará en mejor disposición para empezar el nuevo curso que otro que viva estos meses como una tortura, agobiado por los deberes.

No debemos olvidar, sea cual sea la edad que tengan, que convivir con otros niños y niñas es el mejor modo de aprender a relacionarse e independizarse, dos objetivos siempre importantes en su desarrollo. Un buen lema a la hora de organizar este periodo es que no se trata de “suspender” las vacaciones por muy mal que hayan ido las cosas.

Lourdes Mantilla Fernández
Psicóloga clínica

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