Uno de los valores que tenemos actualmente en nuestra sociedad es la premura del tiempo. Hacerlo todo más rápido y hacer más cosas en el menor tiempo posible. Este estilo de vida tiene unas consecuencias pésimas en nuestra salud.

Larry Dossey, médico estadounidense, ya hablaba en la década de los 80 de la “enfermedad del tiempo”. El síntoma de esta enfermedad en las sociedades modernas es la lucha contrareloj que nos proponemos en la realización de algunas de nuestras actividades diarias. Continuamente queremos hacerlo todo más rápido, terminar antes una cosa para empezar la siguiente… En definitiva ir más rápido.

Esta filosofía de la lentitud aboga por un mayor control del tiempo. Que seamos nosotros quienes controlemos el tiempo, y no que sea éste quien nos domine. Si conseguimos este control, estaríamos hablando de una mayor calidad de vida. Pasear, hablar con los amigos, cocinar, disfrutar de las pequeñas cosas… disfrutar de nuestr@s hij@s.

¿Cómo ponerlo en práctica con nuestr@s hij@s?

  1. Apaga el móvil cuando estés con tus hij@s y, siempre, en reuniones familiares o en momentos de ocio compartido.
  2. Enséñales desde pequeños que hacer las cosas en su momento es la mejor forma de evitar las prisas y los agobios futuros.
  3. No tengas la televisión constantemente encendida a modo de banda sonora de la casa: ese sonido de fondo puede incrementar los niveles de estrés.
  4. Anima a tus hij@s a que dediquen tiempo a, simplemente, pensar.Recibir constantemente estímulos e información impide que el cerebro establezca las conexiones entre los conocimientos y que se ordenen las ideas.
  5. Un poco de “dolce far niente”. Una cosa es la pereza como actitud y otra criminalizar sistemáticamente los momentos de inactividad: no pasa nada porque el/la niño/a disfrute de tiempos muertos en los que esté sin hacer nada.
  6. Fomenta en tus hij@s la idea de que lo importante en el deporte y otras actividades en equipo es disfrutar, no competir. Expertos en la filosofía slow, como Carl Honoré (autor de “Elogio de la lentitud”) advierten que el exceso de actividades al que están sometidos much@s niñ@s puede reforzar conductas como el egoísmo o ver al otro sistemáticamente como un rival a eliminar.
  7. Respetad los usos y costumbres. Cada vez son más las personas que comen delante de la televisión o el ordenador. Los expertos insisten en la importancia de las comidas familiares, no sólo para fomentar buenos hábitos alimenticios sino también para reforzar los vínculos con l@s más pequeñ@s.
  8. Es muy importante el contacto frecuente con la naturaleza: se trata de la mejor escuela de calma y, también, el mejor antídoto frente al estrés.
  9. Proporcionales experiencias que propicien la observación y despierten una curiosidad que no puedan saciar a través de la pantalla de un dispositivo, y enséñales juegos sencillos, de los de siempre, que les permitan dar rienda suelta a su creatividad.
  10. Y, siempre, recuerda que l@s niñ@s son niñ@s: no hay que pretender que se comporten como adultos antes de tiempo.

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