El psicólogo y doctor en educación Rafa Guerrero tiene el don de hacer fácil y sencillo lo que para la mayoría de los mortales es un tema complejísimo: el cerebro humano. Reconoce Guerrero que muchas veces, en las formaciones que imparte, tiene que pedir a su audiencia que le dé una oportunidad cuando avisa de que va a hablar del cerebro: “Es que veo que la gente empieza a mirarse y a darse codazos… Pero luego es verdad que lo agradecen”, insiste
Guerrero ha creado su propio modelo para acercar a las personas, de manera muy práctica, el desarrollo y funcionamiento del cerebro humano: se trata del Modelo Pedagógico de los Cuatro Cerebros.
Según este modelo, el cerebro estaría dividido en cuatro grandes áreas -diferenciadas por colores- que se corresponden con funciones diferentes y que tienen sus propios procesos de desarrollo. Del cerebro rojo, verde, azul y amarillo habla Guerrero largo y tendido en su último libro, El cerebro infantil y adolescente (Libros Cúpula, 2021). El libro, nos permite conocer y comprender el sustrato cerebral de nuestros niños y adolescentes y abre nuevas posibilidades de intervención a madres, padres, educadores, maestros y cualquier persona que tenga contacto con menores.
Por ejemplo, saber que el autocontrol es una función que se ubica en la corteza prefrontal y que esa parte del cerebro es la última en desarrollarse, como padres, nos permite hacernos una idea de cómo interpretar de manera adecuada las conductas que llevan a cabo nuestros hijos y, tal vez desde esa comprensión, nos resulte más sencillo rebajar nuestro nivel de exigencia con nuestros pequeños…
Pregunta: ¿Por qué para madres, padres, maestros y educadores es tan interesante saber un poco -aunque solo sea en líneas generales- sobre el funcionamiento del cerebro?, ¿podríamos decir que conocer es aliviar?
Respuesta: Conocer nos alivia y nos permite ajustar nuestras expectativas. Es que, a veces, queremos que nuestros hijos de 3 años lean y que los de 6 años hagan raíces cuadradas y hay que explicarles a los papis que nosotros apuntamos muy alto como padres y profesores, somos exigentes. También vivimos en la cultura de la exigencia y creo que en muchas ocasiones nos pasamos de exigencia. Se trata de eso. Nos solo que conocer sea aliviar -que dese luego que lo es- sino que conocer también te permite hacer correctas atribuciones de lo que ha pasado y te permite, de cara al futuro, poner en marcha objetivos, metas y expectativas que sean alcanzables por tu hijo, con las características de tu hijo, con su edad y con su personalidad.
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