¿Quién es más inteligente, Marie Curie o Pau Gasol?, ¿Picasso o Teresa de Calcuta?, ¿Mozart o Charles Chaplin?… Podríamos seguir comparando personajes ilustres y no tan ilustres, y la respuesta que podríamos encontrar sería algo así como: «depende para qué» o «cada uno en lo suyo».
Todos conocemos a personas de nuestro entorno, que son muy eficaces en su trabajo y un desastre en las relaciones sociales, o viceversa. Deportistas laureados que se ven perdidos cuando abandonan su carrera. Es muy difícil ser bueno en todo.
Aparte de las personas cercanas que podemos conocer, que son brillantes en múltiples facetas, si tuviésemos que destacar a alguien polifacético con éxito en sus diferentes actividades, podríamos pensar en ¿Leonardo da Vinci? …
En esto se basa la Teoría de las Inteligencias Múltiples de Howard Gardner. Tenemos 8+1 inteligencias (Musical, Interpersonal, Intrapersonal, Matemática, Naturalista, Lingüística, Corporal, Visual + Espiritual), y es la combinación de ellas, el resultado final de la inteligencia de una persona.
Existen unas competencias básicas, que los estudiantes, en su formación académica y personal deben adquirir a lo largo de su aprendizaje, pero esta adquisición es muy difícil de adquirir si sólo basamos la enseñanza en la formación académica. Es por ello que se debe potenciar el crecimiento personal del alumno desde todas las inteligencias, no sólo desde aquéllas más unidas a la materia que estamos enseñando. De esta manera, un profesor de matemáticas, como es mi caso, debe valorar la resolución correcta de un problema, por supuesto, pero también debe valorar (y no tiene por qué ser numéricamente), la forma en la que ese alumno transmite sus conocimientos en el aula, la aceptación por sus compañeros, la sensibilidad ante determinados temas, la capacidad de liderazgo (tan importante en nuestros días),… en el fondo, la forma de desenvolverse.
Tras más de 20 años de experiencia docente, una cosa que me reconforta mucho, es el encuentro con antiguos alumnos. Ya no me sorprende que aquél alumno, tan brillante académicamente, pero que tenía determinadas carencias personales, afectivas,… no ha llegado tan lejos como aquél otro, que sin ser un genio de las matemáticas o de los idiomas, era un líder nato en su grupo, con una facilidad tremenda para relacionarse y una visión anticipada de los problemas. Todo eso sin tener muy clara la definición de «llegar lejos». Llegar lejos ¿a dónde?, ¿lejos en lo económico?, ¿en lo personal?, ¿en lo afectivo?, ¿en lo espiritual?…
Está claro que cada individuo posee unas inteligencias que sobresalen sobre otras, y que la suma de todas ellas es la responsable de ese «producto final» que es la persona.
Recuerdo perfectamente el caso de una alumna, de las que en su día nos referiríamos a ella como «alumna modelo». Una alumna que estaba muy atenta en clase, que hacía sus tareas regularmente, que entregaba todos los trabajos en la fecha prevista y que en las pruebas escritas no bajaba del 10, pero,… cuando tenía que salir a la pizarra a hacer un problema, delante de sus compañeros, y explicarlo después, sufría auténticos ataques de pánico… Ahora, 15 años más tarde, ningún docente la catalogaría como «alumna modelo», sino que tendríamos claro la carencia de determinadas inteligencias, las cuales habría que trabajar con ella para hacerla crecer íntegramente como persona, y no sólo valorar el plano académico. Afortunadamente, ya empezamos a estar acostumbrados a las nuevas metodologías como el ABP (aprendizaje basado en proyectos), y las paletas de Inteligencias Múltiples, y una vez dejada atrás la etapa de escepticismo, que todo ser humano tiene cuando se le invita a salir de su zona de confort y adentrarse en experiencias nuevas, no podemos negar el cambio positivo que se está produciendo en educación, donde uno de los mayores responsables ha sido Howard Gardner, con su teoría de las Inteligencias Múltiples.
Tenemos un sistema educativo, y una sociedad, en el que siempre han primado unas áreas sobre otras. En el que se ha dado más importancia a la capacidad memorística que a la resolutiva o a la de investigación. Empezamos a ver cómo esto está cambiando en las aulas con ayuda de los maestros y profesores, auténticos motores de cambios. Cambios que deben centrarse en la implantación y consolidación de nuevas (o no tan nuevas) metodologías como el trabajo por proyectos, flipped classroom, enseñanza adaptativa, trabajo cooperativo… intentando trabajar todas las inteligencias.
Para ello debemos ser capaces de incorporar en nuestras aulas el cambio de metodología, herramientas o contenidos que nos permitan potenciar en nuestros alumnos la inteligencia que posean, y así conducirles al éxito.