Dice el saber popular que, en el interior de cada español, hay al menos un seleccionador nacional de fútbol y un médico.

Es verdad que, por cada aficionado o aficionada que hay en el país al deporte rey, hay una lista diferente con los 23 futbolistas que debería llevar el seleccionador nacional a cada torneo. La tendencia se extrapola al día a día: el último informe de la aseguradora Aegon revela que casi 1 de cada 3 españoles se prescribe remedios de todo tipo.

Pero al refrán le falta la pata educativa.

Una rápida ojeada a las polémicas que surgen cada día en redes sociales (muchas de las cuales, tarde o temprano, terminan derivando en la cuestión educativa) permite constatar que, en el interior de cada español, late también con inusitada fuerza un ministro de Educación.

Tiene sentido. Al fin y al cabo, la escuela no deja de ser, en primer lugar, un sitio en el que todos sin excepción deben pasar, al menos, 10 años de su vida.

Esto, sin contar la etapa preescolar, cada vez más generalizada, el bachillerato, los grados medios y superiores, la universidad, los posgrados y los doctorados. Todo el mundo conoce bien la escuela.

Pero hay un segundo factor mucho más profundo: su importancia. Con la educación empieza y acaba todo.

Madres y padres depositan en la institución educativa no solo la tutela de sus hijos mientras son menores de edad, sino también la esperanza de que la escuela cumpla su promesa de hacer de ascensor social; de que sus hijos, si se esfuerzan en formarse, vivirán mejor que ellos.

Es por esto que todo el mundo tiene algo que decir sobre lo que ocurre en el interior de las aulas y es por esto también que, desde hace al menos un par de décadas, la educación vive en España en una suerte de encrucijada.

Simplificando mucho, cabe hablar de que a un lado se sitúan quienes tienen un concepto de la educación algo más tradicional. Son padres, madres, profesores, pedagogos y expertos que siguen creyendo en la disciplina y el aprendizaje memorístico como vía para alcanzar un conocimiento válido.

En el lado opuesto se sitúan quienes piensan que, en la era de internet y las redes sociales, la memoria ya no debería representar un papel protagonista en la educación de la sociedad del mañana, que exigirá, antes que simplemente saber cosas, saber qué hacer con eso que se sabe.

Entre unos y otros, una amplia de grises, informes de instituciones internacionales en los que países como Finlandia y Corea del Sur ganan siempre en todo y un debate que se antoja a veces interminable a pesar de que parte de una pregunta aparentemente simple: ¿cómo hay que enseñar en el colegio?

Para contribuir a contestarla, con motivo del Día Internacional de la EducaciónBusiness Insider España ha consultado a un nutrido grupo de empresarios, inversores, directivos, investigadores y científicos de entre 25 y 50 años que son referentes en sus sectores su visión del actual modelo educativo.

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