Llega el carnaval, una de las fiestas más esperadas y deseadas de la infancia, ese momento en el que las niñas y los niños pueden romper con lo establecido, vestirse de manera excéntrica, construir su propio disfraz, participar de actividades divertidas en el colegio y disfrutar de una semana única y diferente a las del resto del año. Pero, más allá de la diversión, ¿por qué es importante que los pequeños disfruten de esta fecha?
Imma Marín, presidenta de la Asociación Internacional por el Derecho de los Niños y Niñas a Jugar en España (IPA), fundadora de Marinva y consultora pedagógica especializada en comunicación a través del juego, considera que “los carnavales populares tienen muchísimo valor y cumplen con múltiples objetivos en el desarrollo de los niños”.
Marín destaca el valor de comunidad como uno de los más importantes. “Es una fiesta conjunta”, dice, “de hecho, es una fiesta de adultos en la que los niños también juegan”. Y añade que “los niños ven cómo los adultos se divierten, transgreden y se genera una gran complicidad al verlos a ellos también disfrazados”.
Ginnette Muñoz Rocha, directora académica del Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP) y docente del Máster en Psicología Clínica Infantojuvenil y del Máster en Teatroterapia, considera que “los disfraces permiten entrar en la sintonía de la fantasía, el desarrollo de los sueños, de la imaginación, de lo deseado, y también consolidar la etapa evolutiva del juego simbólico en la que los niños aprenden a ordenar su mundo interior a partir de la representación de otros personajes y otros mundos”.
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