Visitar museos, conocer las costumbres locales, practicar deporte, cuidar el jardín y las mascotas e incluso supervisar la nevera son algunas de las tareas que los pedagogos recomiendan como «deberes» de verano para los niños, antes que completar los típicos «cuadernillos de verano».

Consciente de que los deberes escolares son un tema tan «recurrente como controvertido», la junta del Colegio de Pedagogos de Cataluña (Copec) ha publicado un informe en el que reconoce que la conveniencia de realizar deberes tradicionales en verano «depende tanto de factores escolares como familiares y del propio niño o adolescente».

El Copec considera «lógico liberar de deberes» a los alumnos que van a pasar al curso siguiente sin dificultades, para que puedan «disfrutar del verano» complementando el trabajo desarrollado en el aula a partir de otras actividades.

En este sentido, el vocal de educación del Copec, Angel Casajús, ha declarado a Efe que el descanso «no significa ausencia de aprendizaje», y sugiere actividades como preparar el programa diario de las vacaciones, revisar qué falta en la nevera y el presupuesto que se necesitará para volverse a llenar, o hacer actividades con la familia, tanto deportivas, culturales como artísticas.

Para el pedagogo, resulta «bastante sugerente» que el niño aproveche las posibilidades del entorno donde pasa las vacaciones desde el punto de vista pedagógico, y en este sentido propone la programación de visitas culturales con la familia, visitas a museos y conocer las costumbres de las ciudades que se visitan, ayudar a cultivar un huerto, cuidar de un jardín, o explorar la naturaleza.

Para Casajús, se trata de actividades de «aprendizaje significativo únicas y muchas veces irrepetibles», a las que añade como recomendables practicar deporte, empezar a aprender a tocar un instrumento, dibujar, pintar y hacer bricolaje, hacer encargos y ayudar en casa, dedicar un tiempo al placer de leer y a las tertulias familiares.

Todas ellas, según el informe del Colegio son actividades «ricas pedagógicamente», que «estimulan la creatividad, la autonomía y el vínculo familiar y ayudan a desarrollar las competencias, habilidades y hábitos de actividad intelectual de los niños y adolescentes».

Si bien este tipo de actividades son recomendables para todos los alumnos, los pedagogos matizan que para aquellos alumnos que han suspendido alguna materia, sobre todo en secundaria, o necesitan reforzar las competencias básicas en primaria es «recomendable reforzar conceptos», aunque deben hacerlo de una forma «más tranquila» que durante el curso, intentando mantener unos hábitos de estudio que faciliten la entrada al nuevo curso.

En cualquier caso, los pedagogos se muestran contrarios a los deberes de vacaciones, que se acaban convirtiendo en «una extensión de trabajos repetitivos parecidos a los practicados en el aula», ya que las horas de clase «deben ser suficientes» para el aprendizaje del alumno.

En este contexto, Casajús recomienda que «la primera voz que se escuche sea la de los profesores», quienes, como conocedores del ritmo escolar y las necesidades de cada uno de los alumnos, «podrán aconsejar y asesorar a los padres, pero nada más», ya que es cada familia, en función de su talante y posibilidades la que debe decidir sobre la educación de sus hijos «y el verano es un excelente momento para ello».

Para Casajús, las vacaciones son una oportunidad, pedagógicamente hablando, para «promover un aprendizaje», aquel que permite a todos los niños y adolescentes asociar, descubrir, crear y, «lo más importante del periodo estival, despertar la curiosidad y emocionarse en entornos diferentes y, si es posible, hacerlo en familia, aplicando aprendizajes adquiridos en la escuela durante el curso».

Fuente: www.ideal.es