- La Confederación Española de Padres y Madres de Alumnos anima a las familias a que sus hijos e hijas no hagan tareas este fin de semana ni los siguientes de noviembre
- Da unas directrices sobre cómo comunicarlo a los docentes y cómo actuar con los niños y niñas. También propone actividades alternativas para esos días
- Francia organizó esta huelga en 2012, pero es la primera vez que en España se convoca un boicot a los deberes escolares, un tema polémico sobre el que se posicionan también los partidos.
Una rebelión contra los deberes escolares fuera del horario lectivo. Es lo que propone la Confederación Española de Padres y Madres de Alumnos (Ceapa), mayoritaria en la escuela pública, a las familias para al menos todos los fines de semana de noviembre. El objetivo último es que los docentes se sumen a la iniciativa y no obliguen a sus alumnos y alumnas a hacer tareas, para que los padres y las madres «recuperen el tiempo familiar que les corresponde».
Es la primera vez que en España se plantea una iniciativa así, que sí tiene precedentes en otros países. En Francia tuvo mucha repercusión en 2012. Estas son las claves de «revolución» contra los deberes que empieza este fin de semana.
¿Deberes sí o no?
La pedagogía, como en muchos temas, está dividida en este punto. ¿Deberes sí o no? La respuesta a este debate, coincide la mayoría, no puede reducirse a blanco o negro. «No hay ningún estudio que demuestre que los deberes son garantía de éxito educativo, ni tampoco lo contrario», señala Enric Roca, profesor de Ciencias de la Educación en la Universidad Autónoma de Barcelona.
Las posturas en contra centran sus argumentos en la «desigualdad» que generan las tareas fuera del horario escolar, la «excesiva regulación del tiempo libre» como en el mundo adulto y el riesgo de que la sobrecarga de trabajo «genere rechazo hacia el aprendizaje». La propuesta de los expertos que defienden esta línea pasa por entender «los deberes» como «pequeñas tareas para que los niños vayan tomando autonomía, y no tanto cuestiones curriculares».
En el otro lado están los pedagogos y especialistas en educación que ponen en valor, con matices, los beneficios de los deberes en el «fomento de la disclipina, la organización y la responsabilidad». Expertas como María Remedios Belando, catedrática de pedagogía social en la Universidad Complutense, opina que estas tareas –siempre que no sean excesivas– pueden considerarse como «una oportunidad para generar un especio y un tiempo de colaboración y debate entre los miembros de una familia».
¿Quién convoca?
La propuesta parte de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (Ceapa), representativa de las familias de la escuela pública. Su postura es la de eliminar por completo los deberes escolares porque, consideran, generan desigualdades entre los estudiantes, no permite el descanso de los niños y niñas en sus días libres y tampoco a los padres y madres disponer de tiempo para hacer actividades con sus hijos e hijas, igualmente educativas.
Ceapa ha hecho un calendario con alternativas para cada fin de semana de noviembre, como visitar un museo, hacer excursiones, ver una película, cocinar en familia… «Tener que dejar de visitar un museo para hacer un trabajo de un pintor para el lunes es una barbaridad y sabemos que pasa», dice José Luis Pazos, presidente del colectivo.
Desde la organización defienden la importancia de dos currículos más allá del formal: «El aprendizaje es mucho más que memorizar una serie de datos». Para que sea integral, dicen, son fundamentales también el «no formal» –lo que aprendemos que no son exigencias para titulación, por ejemplo, en unas clases de deporte– y el «informal» –las actitudes y comportamientos que se aprenden sin darse cuenta, por imitación y observación–.
Cómo gestionarlo con el colegio
Ceapa ha creado unos documentos para orientar a las familias sobre cómo gestionar la decisión y cómo tomarla teniendo en cuenta la opinión de los menores. La organización recomienda a las familias que comuniquen su postura a los tutores de los niños y niñas argumentando por qué lo hacen. «Esa conversación puede derivar en varias posiciones: que los profesores se sumen –creemos que una amplia mayoría– o que les dé igual nuestra decisión», prevé Pazos.
Llegados a ese punto, Ceapa recomienda hablar con los niños y niñas, escucharles y fijar una posición consensuada «porque son ellos los que van a tener que ir el lunes al aula y enfrentarse con la situación». «Son personas que entienden lo que les explicamos y que pueden proponernos alternativas. No se trata de convertir a nuestros hijos e hijas en mártires de la causa ni tomar decisiones sin contar con ellos porque entonces hacemos lo mismo que criticamos», afirma Pazos, que subraya la importancia de justificar correctamente al inicio de la semana siguiente la decisión por parte de las familias con un documento escrito.
Desde la organización aseguran que, por el momento, la respuesta de las familias y de los docentes está siendo «muy positiva». «Somos conscientes de que no vamos a cambiar la sociedad en 48 horas. Plantear el escenario no significa que todo el mundo tenga que morir por la causa el primer día».
¿Por qué la huelga ahora?
«El tema está ya en la agenda y hay una cierta reflexión de que lo que está pasando en los centros está salido de madre», argumenta José Luis Pazos. La campaña en la que se enmarca esta huelga de deberes se presentó con el inicio de curso y tenía dos fases: una de concienciación y otra de acción. «Completamos la primera etapa en octubre y noviembre nos pareció, según habían ido las cosas, que era el mes de continuación. El mes de diciembre es complicado, además», explica.
La presencia del tema en los círculos educativos y no tanto ha empujado también el asunto al ámbito político. Algunos partidos, como PSOE o Ciudadanos, hablaban de la carga de los deberes en sus programas políticos. La Asamblea de Madrid aprobó a propuesta de Ciudadanos una iniciativa para empujar al Gobierno de Cristina Cifuentes (PP) a promover instrumentos que regulen el tiempo máximo que dedican a las tareas escolares los estudiantes de Primaria. Ciudadanos también registró una iniciativa en le Congreso para racionalizar estas tareas, un camino que no cuenta con el apoyo de Ceapa porque «permite institucionalizarlas, de manera que se les da un soporte legal que ahora no existe». «Es un camino equivocado porque de lo que se trata es de cambiar el modelo de enseñanza», asegura el presidente de Ceapa.
¿Se puede medir el seguimiento?
Los convocantes reconocen la «dificultad» de medir el seguimiento de la huelga de deberes. «De momento sí podemos decir que se han incrementado las llamadas y los mails pidiendo información, pero falta ver en qué se traduce en los centros».
El método para cuantificar se basará en sondeos que haga cada una de las federaciones de la confederación, pero «será complicado». «Como es una actividad que se plantea de modo personal a los padres y madres, en un mismo centro habrá un poco de todo. También familias que comulguen con los deberes o que decidan no enfrentarse a la situación», dice Pazos.
No todas las AMPAS piensan igual
No todas las conferaciones de AMPAS apoyan esta «huelga». Concapa, la que agrupa a las familias de la escuela concertada, mantiene que los deberes «son un trabajo personal e individual necesario para retener y memorizar lo que se ha visto en el aula». Este colectivo no quiere tareas a cualquier precio pese a que las defienden. «Si los profesores cumplen bien con su trabajo, los niños no tendrían en principio que necesitar ayuda en casa. Si se requiere, entonces algo falla».
La huelga también cuenta con el rechazo del sindicato docente ANPE porque, a su entender, «cuestiona la labor del profesorado y atenta contra la libertad de cátedra y el principio de autonomía pedagógica y organizativa de los centros».
Niños y niñas «agobiados», según los datos
Varios organismos internacionales, como la OMS y la OCDE, han elaborado estudios sobre los efectos de los deberes escolares en los menores cuyas conclusiones dan avisos a España. Según la Organización Mundial de la Salud, un 34% de los niños y un 25% de las niñas españolas de 11 años se sienten agobiados por los deberes. Y según aumenta la edad, el porcentaje crece con especial incidencia en las chicas. A los 15 años las alumnas que se sienten presionadas –lo que se traduce en estrés– son siete de cada diez; ellos un 60%.
La OCDE ahonda, más que en la salud, en la desigualdad y evidencia en un informe de 2014 que los estudiantes con un mayor nivel socioeconómico emplean más tiempo para los deberes que los más desfavorecidos. Ese tiempo también depende, según la OCDE, del lugar donde vivas y del centro al que vayas: los alumnos y alumnas de institutos urbanos y privados echan más horas.
España, además, es el cuarto país de la OCDE en el que los alumnos y alumnas dedican más horas a las tareas después del horario escolar.
Fuente: www.eldiario.es