• Calle Muela de San Juan, 31 28031 Madrid
  • 913 32 72 64 (tlf colegio)
  • ampajuangris@ampajuangris.org

Había amenazado el Ministerio con vaciar el currículo, y no se puede decir que no haya cumplido. Así lo han entendido al menos muchos profesores, desconcertados ante la poca concreción en los contenidos que, aseguran, aparecen en los borradores de currículo de Secundaria que el Ministerio de Educación ha enviado a las comunidades autónomas. Las listas de contenidos concretos que debían aprender los alumnos, como hay todavía ahora, han desaparecido.

«Es un milagro hacer un currículo de 4º de la ESO sin hablar de Newton», expone un profesor de Física y Química. En Matemáticas no aparece en el currículo la regla de tres o en Historia los Reyes Católicos, por poner otros ejemplos. Esto no quiere decir que estas cuestiones no se vayan a estudiar, solo indican el (poco) nivel de concreción de los textos con los contenidos concretos y apuntan a un papel más importante del profesorado, que tendrá más libertad (y responsabilidad) a la hora de elegir qué enseña en clase.

También hay quien loa el cambio. Toni González, presidente de la asociación de directores de centros públicos Fedadi, explica que le parece bien que no haya un listado de conocimientos a impartir. «Tenemos que tener claro lo básico que debe tener cualquier persona para poder desarrollar cualquier especialidad impartida en un centro educativo. Por ejemplo: en Matemáticas, Física o Tecnología, en cualquier asignatura de cálculo de problemas, para explicar un concepto científico solemos hacer muchos problemas cambiando alguna variable. Quizá si se trabaja con ejemplos concretos, con repetirlo dos o tres veces basta», argumenta.

«El problema de hacer listados de contenido es que si metes una cosa específica (por ejemplo, Quevedo), tienes que meterlas todas», cuenta otro profesor. Y ese es el inconveniente que muchos docentes veían en los anteriores currículos, que a base de acumular saberes (cada vez hay más) se convirtieron en enciclopedias imposibles de asumir (y de acabar en el curso). Muerto el perro, viene a ser el razonamiento, se acabó la rabia: libertad docente dentro de unos márgenes.

Con el nuevo modelo, un profesor podrá elegir si por ejemplo utiliza a Shakespeare o a Homero en sus clases, tendrá la capacidad (y la obligación) de decidir sus contenidos en función de su contexto. Pero también le requerirá más trabajo, explica González. Tendrá que preparar sus clases a conciencia, probablemente lejos de la guía que supone el libro de texto, que –idealmente– pasaría a ser un elemento complementario, no central (aunque muchos profesores ya lo utilizan así).

Un cambio abismal

El cambio respecto a lo que hay actualmente es abismal, cuentan algunos docentes consultados para la elaboración de este artículo. La explicación estaría en un principio en que los nuevos currículos son competenciales, según los ha definido el Ministerio, lo que retira el foco exclusivamente de los contenidos para darle importancia al «saber hacer», a la aplicación práctica de estos contenidos. Sin embargo, matizan los expertos, la LOMCE también era competencial sobre el papel, pero ponía mucho foco en qué se enseñaba y la evaluación. La clave de este vaciamiento puede estar en la descripción que el currículo hace de lo que llama «saberes básicos» (equivalentes a los contenidos de los anteriores currículos), donde se especifica que se evitará «la forma de listado de hechos o conceptos».

La ley Wert llevó los currículos a un nivel de concreción máximo, detallando hasta la última coma los contenidos que debían conocer los alumnos y cómo evaluar la adquisición de estos contenidos para darle homogeneidad a un sistema, el educativo, tan diverso como lo son las 17 comunidades autónomas. La LOMLOE de Isabel Celaá, continuada ahora por Pilar Alegría, ha emprendido el camino contrario –a la espera de los desarrollos que deben realizar las autonomías– con la idea de que los centros y los docentes adquieran más protagonismo en el desarrollo de los contenidos a enseñar/aprender.

De hecho, así lo establece el borrador de Real Decreto por el que se ordenan las enseñanzas de la ESO en su artículo 26.2: «Corresponde a las Administraciones educativas contribuir al desarrollo y adaptación del currículo por parte de los centros, favoreciendo la elaboración de modelos abiertos de programación docente y de materiales didácticos que atiendan a las distintas necesidades de los alumnos y alumnas y del profesorado, adecuándolo así a sus diferentes realidades educativas».

Un ejemplo del vaciamiento que señalan algunos profesores: el currículo de Física y Química de 2º y 3º de la ESO tenía con la LOMCE 13 páginas de contenidos y criterios de evaluación. El de la LOMLOE dedica tres folios y medio –introducciones y generalidades aparte– al currículo de 1º a 3º.

«La dificultad va a ser meter la metodología en el aula»

Para seguir leyendo, pincha aquí.