Santiago busca sumarse a las 200 ciudades de nueve países que siguen iniciativas de La ciudad de los niños, el célebre proyecto del pedagogo italiano Francesco Tonucci. Él mismo comprobó cómo el Concello promueve que el alumnado vaya a pie al colegio o un Consello Municipal da Infancia, y pidió a 26 escolares elegidos para integrarlo que piensen propuestas políticas para la ciudad. Le expusieron varias quejas, entre ellas el exceso de deberes, que este experto condena.

-¿Qué opina de que se proponga una «huelga de deberes»? 

-Los deberes no tienen sentido desde el punto de vista pedagógico y son un abuso desde el jurídico.

-¿Por qué no pedagógicamente?

-Porque normalmente se ponen para ayudar a escolares con más problemas, pero casi siempre son de familias con dificultades, especialmente desde el punto de vista escolar, que no son capaces de ayudarles. Esos niños ni saben resolver los deberes ni tienen apoyo adecuado en casa; mientras que otros que lo necesitan menos suelen tener familias muy motivadas y competentes. Así, la diferencia entre ambos se incrementa, no disminuye. Los deberes favorecen la diferencia, no la recuperación de escolares.

-¿Cómo ayudar, entonces, al alumnado con más dificultades? 

-La escuela no debe delegar en la familia lo que no ha sabido resolver. Si alguien no aprende es porque la escuela no ha encontrado las medidas adecuadas para conseguirlo. Por tanto, es la escuela la que tiene que desarrollar proyectos de recuperación. La responsabilidad del alumnado que fracasa lo es también de la institución escolar.

-¿Y en el aspecto jurídico? 

-Los artículos 28 y 31 de la Convención Internacional de los Derechos del Niño indican el derecho a la escuela y al juego. Ambos valen igual. El juego es tan importante como el estudio. Por tanto, si la mañana es de la escuela, la tarde debería ser del niño.

-¿Y cómo conseguirlo? 

-Me dicen que en Santiago hay niños en colegios hasta las 17.00 o 18.00 horas, incluso más tarde. Es demasiado. Propongo una jornada escolar hasta las 14.00, o antes; y que la tarde la aprovechen los niños para sus actividades, jugar, vivir la vida. Y la escuela debería tener interés en que sea así.

-¿Qué cambiaría eso? 

-Si los niños por la tarde juegan con sus amigos, mañana tendrán algo para contar en la escuela. Y una buena escuela trabaja sobre esas experiencias, no sobre libros de textos y programas. Si quiere crecer y ser la escuela donde todos se sientan protagonistas, debe crear condiciones para que el niño viva experiencias significativas. Eso no puede ser hacer deberes, ni cursillos por la tarde, ni estar ante una pantalla.

-¿Qué debe ser, entonces? 

-Salir de casa con los amigos, jugar, descubrir el medio, sorprenderse de algo; y al día siguiente contarlo en el colegio.

-¿Debe enseñar la escuela a usar el tiempo libre? 

-Eso creo que no hace falta, pues los niños saben jugar. Hay que garantizar condiciones para que lo hagan: que tengan tiempo libre, espacio público disponible, y que no se sientan controlados por adultos directamente.

Fuente: www.lavozdegalicia.es