La supervivencia del Conservatorio público Rodolfo Halffter de Móstoles (Madrid) peligra. Los recortes presupuestarios de los últimos años, y el que se contempla en los próximos presupuestos de la Comunidad de Madrid, abocan al centro, en el que se forman decenas de jóvenes músicos, a cerrar sus puertas.

Los estudiantes y los profesores que trabajan allí llevan un tiempo movilizándose para evitar el triste desenlace. Su recogida de firmas en Change.org, dirigida al Partido Popular en la Asamblea de Madrid, ha logrado casi 6.000 signatarios. Pero Laura Ballestrino, una joven de 16 años, ha decidido recurrir a otra vía para intentar salvar el conservatorio en el que aprende música.

Le ha escrito una carta a Cristina Cifuentes. Un texto emotivo, en el que repasa algunas de las razones para no cerrar una escuela de música. Una carta que incluye una invitación, y no sólo formal: una invitación física para que la presidenta de la Comunidad de Madrid acuda al Auditorio Nacional el próximo 5 de abril. Ése día, los alumnos del Conservatorio de Móstoles darán allí un concierto.

Éste es el texto de la carta:

«Sábado, 18 de marzo de 2017.

Estimada Sra. Dña. Cristina Cifuentes,

Mi nombre es Laura, soy una chica de 16 años como cualquier otra, tengo algunos hobbies, amigos y familia con los que pasar el tiempo y divertirme, pero también tengo una gran pasión que marca mi vida completamente. Hablo del arte mediante el cual los sonidos dejan de ser sonidos y se convierten en notas, que como por arte de magia llegan hasta nuestro corazón haciéndolo más grande y más puro: la música.

Como bien decían los antiguos filósofos griegos, la música purifica el alma como la medicina el cuerpo. Y siempre nos acompaña, seas de la raza que seas, de cualquier cultura del mundo o incluso época histórica; la música siempre ha estado y estará ahí. ¿No es maravilloso que haya una unión tan hermosa y tan fuerte entre todos los seres humanos? Y es una gran oportunidad que haya sitios como academias o conservatorios donde se puedan transmitir todos los conocimientos que se van adquiriendo con el tiempo. En lo que yo considero, el oficio de profesor, ya sea de música o en general, es verdaderamente admirable, ya que significa esfuerzo y sacrificio durante años con el único objetivo de dar a los demás lo que tú conoces. Y estos maestros del arte los encontramos en los conservatorios.

Y aunque no todos los que estudien música en un conservatorio quieran dedicarse a ello como oficio, le aseguro que ninguno se arrepiente de todos esos años de duro aprendizaje. La música debería ser el segundo idioma de cualquier persona, tanto por el lado de la transmisión sincera de ideas y sentimientos como por las ventajas que, científicamente demostrado, otorga a nuestra capacidad intelectual. ¿Y qué hay mejor que personas expresivas, humildes e intelectuales? Porque todo músico, en mayor o menor medida, acaba obteniendo estas cualidades. En el conservatorio donde yo estudio, el Rodolfo Halffter de Móstoles, la gente es completamente maravillosa, y se lo digo con total sinceridad. Ojalá pudiese conocer a cada una de las personas que pisan este centro y darse cuenta del enorme error que significaría arrebatarnos este edificio que nos une a todos. Es entrar en él y se respira paz, cariño, sueños y pasión.

Es nuestro segundo hogar, donde todos somos una gran familia que se respeta, se educa y se quiere. Nadie está obligado a entrar, nadie está obligado a salir, no exigimos demasiado, pero tampoco permitimos que nos dejen caer. Yo no sé apenas de política, ni de economía tampoco. En cambio, sí que me doy cuenta de que, en una sociedad donde la mayoría está destinada a trabajos mecánicos y monótonos, se necesita gente artística, creativa, que llene nuestros días de color, y que todos tengamos la puerta abierta para ser esa persona si nos lo proponemos. ¿Acaso vamos a destruir los sueños de los demás, o incluso no dejarles ver que tienen un sueño? Para evitar esto debemos poner todos de nuestra parte, tanto los que estamos interesados en aprender o en enseñar, como los que tienen en sus manos sostener la música y la cultura en nuestro país, pilares fundamentales para cualquier sociedad pero que al final acaban siendo los últimos en ser apoyados.

Por esto, quiero hacerle llegar este mensaje, que me hace querer llorar desesperadamente al ver que mi conservatorio, hogar de mis sueños y los de muchas personas, se derrumba poco a poco por falta de atención. No creo que haga falta explicar los detalles porque sabrá ya todo lo ocurrido, y que nos estamos moviendo y no pararemos hasta hacer todo lo que esté en nuestras manos. Pero además, yo he decidido hacer algo distinto: le propongo, desde la humildad y el respeto, que venga a vernos en nuestro próximo concierto. Este tiene como finalidad recaudar algunos fondos para apoyar el conservatorio, y tendrá lugar el miércoles día 5 de abril en el Auditorio Nacional de Madrid; tiene aquí su entrada.

Espero que acuda, que lo disfrute, que le transmitamos toda nuestra ilusión, que vea el gran nivel que poseemos, la dedicación que ponemos en cada pieza que interpretamos, y sobre todo, que le haga pensar sobre las decisiones que se están tomando respecto a este tema.

Reciba un cordial saludo,

Laura Ballestrino Mateos».