Se formó como pianista en el conservatorio Jesús de Monasterio y podría haber sido una gran concertista a no ser porque su vocación musical siempre estuvo más centrada en la docencia y la investigación. Inés María Monreal Guerrero (Santander, 1974) nunca se ha arrepentido del camino que inició hace ya 20 años y que desarrolla en múltiples actividades, desde ser autora de una treintena de libros de texto para la editorial Anaya a formadora externa de docentes para diferentes Consejerías de Educación y Universidades.
Nieta y bisnieta de una de las sagas musicales más relevantes de Cantabria, los Guerrero Urreisti, exigente y muy disciplinada además de ser doctora en pedagogía y profesora en el Departamento de Didáctica de la Expresión Musical, Plástica y Educación de la Universidad de Valladolid, acaba de ser nombrada directora académica del programa DART de la Fundación Katarina Gurska, en el campus María Zambrano de Segovia.
-Le acaban de nombrar directora académica del programa DART del Instituto Katarina Gurska. ¿Cuáles son los objetivos de esta fundación?
-La Fundación tiene varias líneas de actuación en el ámbito musical. Por un lado, organiza numerosos festivales y conciertos en los que participan intérpretes consagrados y jóvenes talentos. Y por el otro, la formación mediante cursos de alta especialización o de programas de acción social para colectivos en riesgo de exclusión social. Siempre he considerado que su trayectoria y experiencia han sido determinantes a la hora de fomentar la investigación artística entre los músicos en nuestro país, dotándoles de las herramientas necesarias para convertirse en verdaderos transformadores de la sociedad del siglo XXI.
– ¿Qué es el programa DART?
-Es un programa en el que se imparte formación complementaria consensuada con la Escuela de Doctorado de la Universidad de Valladolid UVa (EsDUVa) en el área de la investigación artística aplicada. Este programa aborda dos líneas de investigación: la artística y la musical aplicada al ámbito de la pedagogía, la psicología, la tecnología y la sociedad. La visión es muy internacional y escogemos a investigadores destacados de alta especialización artística que aporten su visión, formación y experiencia. Robert Wechsler, Gerriet K. Sharma, Klaus Obermaier, Trond Lossius, Reinhold Friedl, Paulo de Assis y Pamela Burnard, entre otros, han sido algunos de los fichajes para este primer año.
-Ha desarrollado su carrera en el entorno de la docencia y la investigación. ¿Por qué?
-Renuncié a la interpretación porque desde el principio tuve clara vocación docente. Creo que la educación y los docentes somos potentes agentes transformadores de la sociedad de la información y el conocimiento en la que vivimos. Educamos, con gran responsabilidad, a los estudiantes para desarrollarse en un mundo cambiante y altamente tecnológico. Ser músico y docente especialista fue una máxima en mi vida profesional. Me propuse seguir ese camino y sigo desarrollándome y estudiando con la misma ilusión y entrega que hace 20 años.
«La asignatura de música no posee el peso que merece dentro del currículo personal»
-Además es autora, entre otras publicaciones, de 30 libros de texto de Anaya relacionados con la música.
-En 2009 empecé a formar parte del equipo de autores de Anaya para elaborar los libros de texto de educación secundaria en el área de música. Fue todo un reto, porque entonces estaba redactando mi tesis doctoral en tecnología educativa y educación musical en la UVa. Asumí el reto con ilusión y desde ese momento hasta hoy todo ha sido aprendizaje. Comencé elaborando los libros de texto de profesores y posteriormente mis editoras Cristina Fernández y Elena Hidalgo me ofrecieron crear el libro del alumno.
-¿La música sigue siendo una asignatura ‘maría’ como lo fue para varias generaciones de estudiantes?
-Nunca la he considerado una asignatura ‘maría’, no hay más que remontarse al medievo para recordar que dentro del Quadrivium se contemplaba la música como una de las cuatro artes liberales clásicas, junto con la aritmética, la geometría y la astronomía. Los docentes especialistas de música tienen una gran formación académica pero, es cierto que el número de horas en colegios e institutos es reducidísima. Ello, entre otros aspectos, provoca que la asignatura de música no posea el peso específico que merece dentro del currículo actual. El contenido a impartir es fundamental para el desarrollo integral del estudiante, le aporta la ampliación de su capacidad creativa y reflexiva y le facilita su desarrollo competencial en una dimensión transversal. Confío en que haya un replanteamiento de la asignatura en la nueva legislatura y que la música, y en definitiva, la educación artística, tenga una mayor presencia en la vida académica de nuestros estudiantes. Sólo hay que asomarse al resto de Europa, y ver el papel que tienen las enseñanzas artísticas en la vida académica de los niños y niñas europeos para entender que debemos apostar por una mayor presencia de estas enseñanzas dentro del currículo oficial español.
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