Nos dedicamos a un ser precioso: los niños. Saber potenciar todo lo que saben hacer, y sobre todo reconocer sus talentos, es un reto que tenemos los educadores cada día.

La teoría sobre el aprendizaje de los niños ha cambiado

Desde 1903 se ha basado en la evaluación de la inteligencia de las personas con el test de Binet, que mide las capacidades lingüística y lógico-matemática. Es la teoría del Cociente Intelectual que resulta de la realización de una evaluación estandarizada (o sea que trata a todos por igual) que permite medir las habilidades cognitivas de una persona en su rango de edad. Es decir, que las personas con talentos en música, destrezas fisicas, buena gestión de las relaciones personales, visión espacial no son “inteligentes” y en la evaluación sus talentos no les ayudan a mejorar su “nota”. Tener buena memoria es buenisimo para sacar buenas notas, aunque dos días después del examen no te acuerdes de nada… Hummm ¡Me suena de algo!

En 1983 Howard Gardner, (profesor-Investigador de la Universidad de Harvard, Premio Príncipe de Asturias 2011), define un nuevo concepto de inteligencia como la capacidad para resolver problemas, y también la de generar y crear bienes que tienen valor en una o muchas colectividades o culturas.

Howard Gardner

La importancia de la definición de Gardner es doble:

Primero, amplía el campo de lo que es la inteligencia y reconoce lo que todos sabíamos intuitivamente, y es que la brillantez académica no lo es todo. A la hora de desenvolvernos en esta vida no basta con tener un gran expediente académico. Hay gente con gran capacidad intelectual pero incapaz de, por ejemplo, elegir bien a sus amigos y, por el contrario, hay gente menos brillante en el colegio que triunfa en el mundo de los negocios o en su vida personal. Triunfar en los negocios, o en los deportes, requiere ser inteligente, pero en cada campo utilizamos un tipo de inteligencia distinto. No mejor ni peor, pero sí distinto. Dicho de otro modo, Einstein no es más inteligente que Michael Jordan, y sus inteligencias pertenecen a campos diferentes.

Segundo, Gardner define la inteligencia como una capacidad desarrollable. Hasta hace muy poco tiempo se nacía inteligente o no, y la educación no podía cambiar ese hecho. Tanto es así que en épocas muy cercanas a los deficientes psíquicos no se les educaba, porque se consideraba que era un esfuerzo inútil.

Esta teoría de Gardner acepta el componente genético. Las potencialidades con las que nacemos se van a desarrollar de una manera u otra dependiendo del medio ambiente, nuestras experiencias, la educación recibida, etc. Ningún deportista de elite llega a la cima sin entrenar, por buenas que sean sus cualidades naturales. Lo mismo se puede decir de los matemáticos, los poetas, o de la gente emocionalmente inteligente.

Y esto tiene mucho sentido si admitimos los postulados de R. Burns que dicen que no hay dos alumnos: que progresen a la misma velocidad, aprendan al mismo tiempo, utilicen las mismas técnicas de estudio, solucionen los problemas exactamente de la misma manera, se comporten del mismo modo, muestren el mismo interés hacia lo que estudian, estén motivados de igual modo para alcanzar los mismos fines.

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