En la radio andaluza se está repitiendo estos días con machacona insistencia un anuncio sobre la enseñanza concertada. Dice algo así (perdón por no recordarlo de memoria) a través de las voces de niños y de niñas: “Yo soy de los maristas, yo soy de las teresianas, yo soy de los salesianos… Yo soy de la concertada. La escuela de todos y de todas”. No. La escuela de todos y de todas no es la escuela concertada, es la escuela pública.
La escuela pública ha de ser la causa de todos y de todas, porque es la causa de la justicia. Y, a la inversa, por ser la causa de la justicia ha de ser la causa de todos y de todas. Quienes defienden con ahínco la escuela privada y concertada, esconden muchas veces intereses particulares y utilizan argumentos de dudoso rigor. Decir que es preciso defender el derecho de todos a elegir, exigiría que todos pudiesen ejercerlo. Es sospechoso que defiendan ese derecho precisamente los que pueden y quieren ponerlo en práctica. En aras de la libertad de enseñanza (quienes ahora la defienden, la han atacado como uno de los males de la sociedad) se pretende salvaguardar la libertad de quienes tienen posibilidades de acceder a unos servicios que consideran de mayor o de especial calidad.
Quienes sostienen que ha de destinarse dinero público a proyectos privados, ¿cómo pueden justificar que a los ciudadanos que no participan de ese ideario se les exija contribuir a su desarrollo y difusión? ¿Pagaría alguien de buen grado la apertura de un Colegio de la organización terrorista ETA? Sé que dentro de la escuela privada existen instituciones y proyectos de muy diverso tipo: una cosa es un Colegio del Opus Dei y otra muy diferente una cooperativa de profesores que mantiene un proyecto ideológicamente abierto y plural.
Dice Aristóteles en el comienzo de La Política: “Y puesto que hay un fin único para la ciudad que es la justicia, es claro que la educación debe ser única y la misma para todos de modo que no sea el dinero lo que diferencie la educación. El cuidado de ella debe ser cosa del Estado, de un Estado justo, igualitario y no privada como en los tiempos en que cada uno se cuidaba privadamente de sus propios hijos para que sean provechosos en el futuro”.
¿Cuáles son las señas de identidad de la escuela pública? Hablo a continuación de las que me parecen esenciales:
1. Es una escuela a la que todos y todas pueden acceder independientemente de su clase social y de su potencial económico. Porque la escuela pública es de todos y para todos y, por consiguiente, es gratuita.
2. Es una escuela democrática, ya que su titularidad, su gestión y los criterios que inspiran sus pretensiones y las actividades que organiza tienen carácter público.
3. La selección de sus profesores y profesoras se hace por criterios de carácter público abierto, de modo que no se privilegie a unos en detrimento de otros. Este hecho confiere a los profesionales una completa libertad a la hora de hablar y de actuar. Cuando el contrato depende de criterios particulares (en una sociedad con tasas tan elevadas de paro) la libertad de los profesionales puede estar coartada.
4. Es laica, como corresponde a un estado aconfesional (entendiendo que la enseñanza religiosa puede realizarse en parroquias, sinagogas, mezquitas, etc.). No practica el adoctrinamiento y garantiza la libertad de expresión.
5. Es plural ideológica y culturalmente. En ella están presentes las diferentes culturas y subculturas de la sociedad. Y practica intensamente la interculturalidad.
6. Su ideario educativo se asienta en la ética que propugna, defiende y cultiva valores universales como la justicia, la paz, la solidaridad, la tolerancia, la igualdad… No se asienta en la moral particular de una religión o de una secta sino en la ética universal.
7. Se implica activamente en la construcción de una sociedad más justa y más igualitaria. Está preocupada por formar no a los mejores del mundo sino a los mejores para el mundo.
8. Practica la coeducación y, para ello, parte de la convivencia de niños y niñas en la misma institución, tratando de ir más allá para romper la cultura hegemónica del varón que hace de las escuelas instituciones de varones a las que han de adaptarse las niñas.
9 Defiende y practica la integración de las personas con discapacidades, entendiéndola como una riqueza cultural y personal. La diversidad es un valor que asume para el enriquecimiento de toda la sociedad. De esta forma se convierte en una institución que compensa las desigualdades.
10. Es crítica en el planteamiento interno y en las directrices educativas, de modo que cuestiona la injusticia y se rebela ante las desigualdades. Mantiene una actitud autocrítica para salvar la coherencia de los principios que defiende, de modo que los encarna en su funcionamiento, en su estructura y en las relaciones que se establecen entre sus miembros.
¿Cómo podría potenciarse y mejorarse la escuela pública?
Los recursos económicos públicos han de destinarse a la escuela pública. Sostener que la calidad está en los centros privados y que, por consiguiente ha de dotarse a esos colegios de ayudas especiales, no es más que una falacia y una forma de alimentar la injusticia.
Ha de mejorar a través de las condiciones necesarias para practicar una enseñanza de calidad. Aunque las condiciones no son equivalentes a la calidad, son el soporte de la misma.
Debe potenciar proyectos innovadores y ambiciosos que aviven los valores democráticos, educativos y éticos. La educación más que una práctica técnica es una actividad de orden moral, social y político.
Debe mantener una exigencia constante sobre sus profesionales. Para ello tiene que formarlos de manera rigurosa, elegirlos de forma adecuada y motivarlos inteligentemente.
Debe permanecer abierta a la sociedad, en constante apertura hacia los problemas sociales. La permeabilidad ha de invadir los muros de la escuela dejando entrar en ella las preocupaciones sociales y haciendo salir hacia la sociedad los valores y la cultura.
Debe incrementar y perfeccionar los mecanismos de la participación, haciendo posible la existencia de una comunidad crítica de aprendizaje.
Ha de escribir y difundir sus experiencias para construir una plataforma de discusión, de debate y de desarrollo profesional.
El perfeccionamiento de los profesionales ha de asentarse en la investigación que realizan sobre su propia práctica con el fin de comprenderla y de mejorarla en su racionalidad y en su justicia.
El momento que atraviesa nuestra sociedad es muy delicado para la causa de la escuela pública. La vigente LOMCE es una ley que atenta contra sus intereses. La exacerbación de las leyes del mercado, de la competitividad y de la eficacia han generado un clima en el que es necesario romper el sofisma que asola el discurso pedagógico: lo eficaz es verdadero, lo verdadero es justo, luego lo eficaz es justo.
Los intereses públicos frente a los intereses privados y la preocupación por los desfavorecidos son dos cuestiones que resultan prioritarias en una sociedad en la que se declara la ley de la extrema competitividad, pero sin tener en cuenta el punto de partida de los que compiten. La escuela pública es de todos y de todas. Para todos y para todas.
Fuente: La opinión de Málaga