Los centros se debaten entre prohibir el teléfono y aprovecharlo como herramienta educativa | «Los chicos necesitan pautas, que alguien les enseñe, y esto no se hace prohibiendo» | Los centros de Malgrat de Mar lo vetan; en Girona piden normas conjuntas.

¿Me dejas los apuntes de ayer? Es que no vine a clase, estuve enfermo». Carlos, de 15 años, saca su teléfono móvil y hace una foto a la libreta de su amigo. En cuestión de segundos ya tiene los apuntes de historia. Ni fotocopias ni media hora escribiendo. Son las ocho de la mañana en el instituto Torre del Palau de Terrassa y los alumnos van pasando a clase. Algunos sacan su teléfono móvil y lo ponen en silencio, o en modo avión. «Aquí tenemos wifi abierto, yo lo único que necesito es conexión a internet, apenas llamo, sólo WhatsApp», sigue Carlos. Pero la mensajería instantánea tendrá que esperar a la hora de cambio de clase o del patio. Todos los alumnos del centro, más de 700, saben muy bien cuándo pueden usar el móvil y cómo. En el Torre del Palau está permitido entrar con el teléfono y utilizarlo en determinados casos. Forma parte de la minoría de centros que ha decidido aprovechar este aparato y educar a sus alumnos en el uso responsable de las tecnologías.

En la ESO, quien no tiene un móvil es un friki. «Un pringao». Si no estás en Facebook y WhatsApp corres el riesgo de convertirte en un outsider, y en la adolescencia a nadie le gusta sentirse marginado. Por eso, a los 13 años, la mayoría de los niños ya tiene su móvil con conexión a internet, destaca el último informe de la Fundación Telefónica. Y los profesores han visto cómo las llamadas y los mensajes se han colado en las aulas. Ahora se debaten entre dos opciones: ¿prohibir el teléfono móvil o aprovecharlo como elemento educativo?

«El 80% de los centros opta por lo primero», destaca Miquel Àngel Prats, profesor de Blanquerna-URL y especialista en Tecnología y Educación. Prats participó hace unos días en el congreso que la Unesco y la Fundació Jaume Bofill organizaron sobre el uso del móvil en la escuela. Su principal conclusión: mejor educar que prohibir.

En el congreso se habló mucho de Malgrat de Mar. Todos los centros educativos de este municipio del Maresme han acordado vetar los teléfonos. No pueden utilizarse de ninguna manera, y recomiendan que ni se lleven a clase, aunque sea apagados. La medida se ha tomado «delante de la problemática existente por el uso de teléfonos dentro de las aulas», aseguran desde el Ayuntamiento, que apoya la iniciativa. Los problemas son estos: fotos robadas o vídeos que luego se comparten en las redes sociales para ridiculizar a compañeros o profesores, interrupciones de la clase por llamadas y mensajes, copia en los exámenes…

Pero donde unos ven problemas, otros ven oportunidades, y sobre todo, la necesidad de formación. «Se educa en el uso no en la prohibición. Podemos decirles que no traigan el móvil, pero en la calle lo van a seguir utilizando. Prefiero enseñarles en clase antes que dar la espalda a la realidad», aclara Evaristo González, director del instituto Torre del Palau. Desde hace cuatro años este centro cuenta con una ordenanza del teléfono, aprobada por el claustro y el consejo escolar. Los alumnos pueden llevarlo consigo y usarlo entre clase y clase o el patio, pero en el aula debe estar en silencio y guardado en la mochila. A veces el profesor les dice que lo saquen, como en la clase de tecnología que visitamos. Son alumnos de 4.º de ESO y participan en el programa mSchools. Aprenden a diseñar apps para el móvil y ahora están probando algunas en sus aparatos. El curso pasado ganaron uno de los premios que otorga el Mobile World Capital con una aplicación de geolocalización para personas mayores. ¿Y a ti qué te parece esto del móvil? «Es lo normal, ¿no? Pero en clase sólo lo sacamos cuando el profe lo dice», responde uno de los alumnos. En la clase de inglés de bachillerato los estudiantes se graban con sus teléfonos y luego analizan la pronunciación; en las excursiones lo aprovechan como herramienta de realidad aumentada o para realizar búsquedas en internet.

«Las incidencias han sido mínimas; los alumnos son muy conscientes de lo que pueden o no hacer y además han aprendido que el móvil no sirve sólo para jugar, también para crear y trabajar», asegura González. En los pasillos y en el patio se ven algunos chicos tecleando en su smartphone, pero no de forma mayoritaria. En general, hacen lo de siempre: hablar, jugar al fútbol o al basket…

El efecto sobre la sociabilidad preocupa mucho a los profesores. Es uno de los puntos que trató este miércoles el Consejo Escolar Municipal de Girona en su sesión extraordinaria sobre el móvil. El Consejo recomendó a escuelas e institutos adoptar las mismas reglas. En resumen, apuestan por que los alumnos lleven el teléfono apagado y sólo lo usen cuando el profesor lo diga. «Lo hicimos porque el año pasado tuvimos algunos problemas con el envío de vídeos», reconoce Joaquim Ruhí, director del instituto Carles Rahola. Se refiere a una adolescente que se grabó a sí misma desnuda. El vídeo fue trending topic en la ciudad. Pero es que la chica preparó la grabación en su casa, no en el instituto. «Por eso no sólo hablamos de normas, junto al Ayuntamiento hemos emprendido una campaña de educación tecnológica, qué es seguro y qué no en redes sociales, qué es ético», añade Ruhí.