El miedo no se puede poner en cuarentena. Y se propaga más rápido que el peor de los virus. Cuando la emoción generada por un temor se impone a la razón (acaba de pasar con la cancelación del Mobile o la suspensión de la feria de la moda de Shangai) es muy difícil mantener la calma. Otra vez queda demostrado que el miedo es, comparado con los virus conocidos, el más contagioso e incontrolable.
“Si los cerebros emocional y racional quedan desconectados, anatómicamente o funcionalmente, los instintos y la emoción dirigen el comportamiento. La razón casi ni aparece, pues uno de sus inconvenientes, su talón de Aquiles, es que necesita tiempo para imponerse y las circunstancias extremas no suelen otorgarlo”, afirma Ignacio Morgado, catedrático de Psicobiología del Instituto de Neurociencia en la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona.
El coronavirus tiene todos los ingredientes para favorecer la propagación del miedo y temores entre los ciudadanos. “Es un tema que afecta a la salud, nace en la otra punta del mundo (lo que genera desconfianza con la información oficial) y la mayoría de la población no es experta con el tema”, afirma Alexandre López-Borrull, experto en comunicación científica de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Ignacio Morgado parte de la base de que el miedo, al ser una emoción, es muy difícil de controlar. Y recalca: “Una emoción negativa sólo la elimina o cambia otra emoción más fuerte positiva que se impone a la primera razonando sobre el tema o aportando información creíble sobre la reducción del peligro. Así que el miedo (emoción negativa) a este desconocido virus sólo se superará con informaciones que generen emociones positivas, como asumir que esa enfermedad tiene en estos momentos un bajo índice de mortalidad o creerse que se trabaja en buena dirección para controlar su propagación”.
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