Concertada y pública, docentes y familias: todos respaldan, sin ambages, la medida adoptada por el Colegio de La Inmaculada -el centro que regentan los jesuitas en Gijón- de suprimir los deberes para el alumnado de Primaria alegando que, con el trabajo que realizan en clase, basta, y que no hay porqué condenarlos a jornadas maratonianas. Incluso los más críticos con la red concertada, como el presidente de la Confederación Asturiana de Madres y Padres de Alumnos y Alumnas de Centros Públicos (COAPA), Faustino Sabio. «Algo tenía que hacer bien el clero», ironiza, antes de zanjar: «Estudiar es tan importante como tener tiempo para jugar con otros niños, socializar. Si los machacamos con tareas por la mañana y por la tarde, les estamos robando la infancia».
El debate que ha prendido ya en distintos países europeos con posturas encontradas ha llegado también con fuerza a los centros educativos asturianos. Y, de hecho, tanto la Confederación estatal como la Federación de Asociaciones ‘Miguel Virgós’, tras «recibir habitualmente quejas de las familias por las tareas que el profesorado encarga diariamente a los menores», han remitido una circular a los colegios en la que denuncian la «sobrecarga de deberes escolares en casa», lo que, dicen, «representa, en gran medida, un fracaso del sistema educativo».
Pero no sólo eso. Es que, además, abundan, los deberes «provocan desigualdades sociales», ya que, «mientras que unos padres y madres recurren a clases particulares o academias, otros muchos no tienen ni tiempo ni el nivel educativo o el dinero» para proporcionarles esos apoyos. Por no hablar de que, además de «crear tensiones entre padres e hijos, «muchas veces, esos trabajos cuentan en las calificaciones» finales.
También José Vicente Peña, catedrático de Educación de la Universidad de Oviedo, defiende que «no se puede trasladar el problema a las familias» y que «no tiene sentido que un niño que se levanta a las siete y media para ir al colegio llegue a las seis a casa para ponerse a hacer deberes».
Esas jornadas laborales extenuantes son también uno de los argumentos que utiliza Juana Llana, portavoz de las Asociaciones de Centros Públicos de Gijón (Fapas-Xixón): «Alucino cuando oigo que un niño tiene ballet, chino y deportes en los que, además, se fomenta la competitividad como actividades extraescolares y, al llegar a casa, todavía más tareas. Los tenemos súper ocupados y nos olvidamos de estar con ellos».
Con esas razones sobre la mesa, el único que introduce un matiz a tanta unanimidad es el portavoz de las familias de la concertada (CONCAPA), José Manuel Martínez, que, aunque sostiene que «un volumen excesivo de tareas no puede ser bueno», también aboga porque «se introduzcan una serie de obligaciones que contribuyan a crear hábitos de trabajo» entre los más pequeños.
Y si la presidenta de la Junta de Personal Docente, Beatriz Quirós, pone el acento en «el excelente resultado que dan los programas de apoyo para los alumnos con dificultades, esos que con los recortes están desapareciendo», Carlos Robla, al frente de la Federación Española de Religiosos de la Enseñanza (FERE), sentencia: «Si los jesuitas los eliminan, seguro que tienen un motivo muy interesante detrás».
Fuente de la noticia: elcomercio.es