José Ignacio Wert dejó un campo de minas en la Lomce, bombas supuestamente pedagógicas que, en estos tres años de implantación de la reforma educativa del PP, han comenzado a estallar en las manos de profesores y alumnos provocando temblores en las aulas. Estas «chapuzas» y «ocurrencias legislativas», como las definen respetables miembros de la comunidad educativa de todo signo político, han obligado a Íñigo Méndez de Vigo, a los consejeros autonómicos y a los rectores a convertirse en artificieros que trabajan ahora para desactivar aquellos explosivos que no han llegado a detonar por no haberse aplicado aún, como es el caso de lasreválidas.

La suya es una complicada labor de desmontaje jurídico que tendrá que ampliarse cuando la Lomce sea sustituida por otra ley. Hay consenso en la comunidad educativa de que minas como los currículos, el nuevo reparto competencial, elplan del castellano o el recorte de la Filosofía no han cumplido los objetivos para los que se diseñaron y deben ser retiradas de la escuela. Estos temas, que no figuran en el orden del día de la Conferencia Sectorial de Educación que se celebra este lunes, también serán objeto de debate durante en los próximos meses:

1. El nuevo reparto competencial

Uno de los fines que perseguían los autores de la Lomce era que todos los alumnos de España tuvieran los mismos conocimientos comunes independientemente del territorio en el que estudiaran. Pero, según las fuentes consultadas, la ley «ha generado efectos contrarios y, en la práctica, ha sido menos centralizadora que la LOE [la norma anterior, del PSOE]». Las mismas fuentes explican que la Lomce «no garantiza un enfoque común suficiente en todo el Estado». ¿Por qué? Porque no detalla el número mínimo de horas que debe tener cada asignatura ni especifica qué contenido tiene que impartirse en cada curso, como hacía la LOE. Estos «errores», unidos al hecho de que la Lomce permite a los gobiernos regionales poner las materias que consideren oportunas (por ejemplo, Educación para la Ciudadanía), han dado «más márgenes de libertad a las comunidades autónomas» para maximizar la carga lectiva de unas materias en detrimento de otras.

2. Los currículos

Los profesores están «desconcertados» con los currículos de las asignaturas de Primaria y Secundaria. Intentan hacer «lo que pueden» a partir de unos decretos que no sólo son «de un grado de detalle, concreción y dirigismo excesivos», sino que tienen «enunciados contradictorios y mal redactados, con faltas de ortografía y sin tildes, indefinición sobre la extensión que deben tener los contenidos y conceptos ambiguos» tanto en la definición de contenidos, como en los criterios de evaluación y en los estándares de aprendizaje, «que a veces no tienen una relación obvia entre sí». Un ejemplo: en la asignatura Cultura Audiovisual, que se imparte en Bachillerato, los docentes tienen que elaborar un material didáctico «sin que exista texto de referencia alguno» a partir de enunciados tan crípticos como éste: «Trascendencia de la valoración expresiva y estética de las imágenes y de la observación critica [sic] de los mensajes».

3. El tijeretazo a la Historia de la Filosofía

La Lomce quiso reforzar las Matemáticas y la Lengua, pero eso suponía quitarle peso a otras materias: las enseñanzas artísticas, la Tecnología y la Historia de la Filosofía. La ley despojó a esta asignatura de su carácter obligatorio, lo que hizo intervenir a nueve comunidades autónomas, tres de ellas del PP, que este curso han reparado el error y la han blindado en su programación autonómica.

4. El plan del castellano

Sólo medio centenar de padres ha obtenido el aval del Gobierno para escolarizar a sus hijos en castellano en centros privados de Cataluña. El fracaso de la medida de Wert para equiparar catalán y español en las aulas catalanas ha quedado en evidencia con la reducción de las ayudas en un 80%.

5. El fin del distrito único

Con la idea de parecernos a Europa, Wert puso en la Lomce que cada universidad pudiera poner sus propias pruebas de acceso para seleccionar a sus nuevos alumnos. Esto, en la práctica, supuso la ruptura del distrito único, que permitía que la nota que sacara un alumno en Andalucía le sirviera para estudiar en Madrid y obligaba a los estudiantes a ir peregrinando por los campus haciendo exámenes distintos. Entre los rectores y el equipo de Méndez de Vigo han hecho encaje de bolillos para, sin desvirtuar lo que dice la Lomce, mantener la Selectividad prácticamente como estaba antes.

6. Las reválidas

Para subir la exigencia académica y evitar las diferencias entre las autonomías, Wert quiso examinar de lo mismo el mismo día a todos los alumnos de España. Pero no pensó que era una idea «difícilmente llevable a la práctica», según varias fuentes. La medida de poner a profesores ajenos a los centros a supervisar y corregir los exámenes generó todo tipo de problemas logísticos en varias regiones en una prueba tan sencilla como la que se estrenó el curso pasado en 6º de Primaria. Los que llevan tiempo en el mundo educativo consideran que la reválida de la ESO -que Méndez de Vigo finalmente ha dejado reducida a una pruebamuestral sin efectos académicos«no tenía ningún sentido». «Era un disparate someter a chicos de 16 años a cuatro días de exámenes para darles un título que no tiene ningún valor y que les excluye del sistema educativo si suspenden», opina una fuente. En realidad, la reválida de la ESO nunca estuvo en el acervo educativo del PP, a diferencia de la de 1º de Bachillerato, una prueba que se realiza en buena parte de los países de nuestro entorno. «Fue otra de las ocurrencias de Wert», lamenta otra fuente educativa cercana alPP, que añade que, «como consecuencia del despropósito de la evaluación de la ESO, va a desaparecer también la prueba de Bachillerato, que hubiera sido positiva para mejorar el sistema educativo».

«Un fallo por abajo y un fallo por arriba»

 «¿Cómo se ha llegado a tal despropósito?» Ésta es la pregunta más escuchada en los últimos meses en la comunidad educativa. Es bastante compartida la idea de que la ley «ha generado problemas de aplicación porque se redactó apresuradamente por personas que no conocían a fondo la materia». Un ex alto cargo hace autocrítica: «En la Lomce ha habido un fallo por abajo, en términos de mecanismos de corrección de errores, y un fallo por arriba: un descuido por parte de Presidencia y Vicepresidencia del Gobierno. Vimos un incendio y no sacamos la manguera para apagarlo». En el PP no son contrarios a hacer balance y reconocen que puede haber cosas en su ley que no hayan funcionado como estaba previsto. Pero creen que sería un error derogarlacomo había reclamado la oposición porque los alumnos se quedarían sin una estructura educativa que les amparase mientras comienza a arrancar una nueva norma.

Fuente: www.elmundo.es