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España lleva varias semanas desescalando a buen ritmo. Castilla-La Mancha y Castilla y León no imponen ya ningún tipo de restricción a la población, más allá del uso de mascarilla en interiores, y en la Comunidad de Madrid los aforos desaparecen a partir del lunes. Sin embargo, en la vuelta a la normalidad hay indicios de dos velocidades. Se puede estar dentro de un bar con 15 amigos, pero las familias no tienen permitido el acceso al colegio de sus hijos. Y es posible ver un partido en el Santiago Bernabéu con aforo completo mientras muchas embarazadas siguen entrando solas a las ecografías o nadie puede acompañarte a una cita con el neurólogo.

El diferente rasero con las medidas no se da en todas las comunidades en la misma proporción –Catalunya, por ejemplo, no ha reabierto el ocio nocturno–, ni siquiera en todos los hospitales o centros de salud en el mosaico diverso que conforma la transición hacia la vida de antes de la pandemia.

El epidemiólogo Adrián Aguinagalde denomina los ámbitos sujetos aún a restricciones como «priorizados» y ve «lógico» que «persistan o se mantengan más tiempo las restricciones, siempre que se estratifique el riesgo». Son el educativo, el sanitario, el sociosanitario y el laboral. «Estas actuaciones no están niveladas cuando baja la incidencia, son basales, un core de prevención, y no decaen en bloque. No es lo mismo la vuelta en parte de la atención asistencial o de la atención hospitalaria. En la segunda los tiempos de permanencia y la vulnerabilidad son más altas», explica el director del Observatorio de Salud Pública de Cantabria.

Elena Vanessa Martínez, presidenta de la Sociedad Española de Epidemiología, considera sin embargo que el levantamiento de medidas podría haberse acompasado con la actualización del semáforo que prepara Sanidad y que incluye los indicadores de los niveles de riesgo ahora que casi el 80% de la población en España está vacunada con pauta completa. «Diría que la desescalada está siendo un poco acelerada. No puedes evaluar si funciona mal o bien si quitas a la vez muchas cosas. Sabemos que el efecto que tienen determinadas medidas tarda en percibirse», opina.

Sanidad y las comunidades autónomas han acordado por unanimidad –sin el voto de Euskadi– volver a los aforos completos en las ligas profesionales (fútbol) y al 80% en interiores, aunque en los partidos no está permitido ni beber, ni comer ni fumar. Ha sucedido en la misma semana que Andalucía anunciaba la recuperación del 100% de la presencialidad en los centros de salud. Es la primera comunidad que lo plantea. Galicia abrió las consultas en persona hace dos semanas con la premisa de que «nunca» vuelvan a ser el 100%.

Los sanitarios de Atención Primaria urgen a recuperar paso a paso la capacidad de «ver y tocar» al paciente porque solo así, dicen, se diagnostica bien. Con todo, las consultas cara a cara en Atención Primaria no son mayoritarias tras un terremoto de contagios a lo largo de año y medio que ha arrasado los servicios. En Catalunya, por ejemplo, se hace un triaje previo por teléfono. El triaje a la puerta del centro a través de un mostrador móvil se eliminó en verano en Madrid pero muchas citas son telefónicas. Se dan las dos opciones. Cantabria mantiene mitad y mitad, según el Gobierno regional. Los avances en este ámbito, donde más cautelas se tienen, son aún escasos en relación con otros y la reconstrucción de este nivel asistencial es un reto que ya han empezado a abordar Sanidad y comunidades autónomas.

Además, los hospitales públicos de toda España prohíben todavía las visitas a pacientes ingresados, salvo excepciones, y el acceso restringido al enfermo continúa en vigor en algunos ambulatorios y centros de especialidades. «Por el tiempo que vas a estar en una consulta –con mascarilla, ventilación y distancia– no sería raro permitir un acompañante. Mientras se mantengan las condiciones para que se pueda hacer, que se haga. No es una cuestión de desescalada», defiende Martínez. Existen servicios que ni atisban un regreso a la normalidad porque están cerrados desde el primer estado de alarma: los servicios de urgencia de los centros de salud madrileños –no hay horizonte conocido de reapertura– o consultorios rurales de otras comunidades autónomas con la población más dispersa.

«Hasta el final se ha mantenido un rasero distinto. Es un paso más de los que se han ido acumulando. Desde la terraza llena y el parque infantil cerrado hasta ahora», apunta Ana, madre de un niño de seis años. El educativo es el otro gran ámbito marcado todavía por las restricciones. Tiene sentido en la medida, recuerda Martínez, en que los niños y niñas menores de 12 años no están vacunados.

Los avances hacia la normalidad, en este caso, han sido rechazados por la comunidad educativa, pues han supuesto el aumento de niños y niñas por aula tras demostrarse que la reducción de ratios mejoraba los resultados. Otro de los cambios de este curso ha sido la retirada de la mascarilla en espacios exteriores (recreo o Educación Física).

Pero las familias siguen sin poder acceder a los colegios en muchas comunidades. Los progenitores de un colegio de Madrid, por ejemplo, hacen una fila de a uno para recoger a las criaturas alrededor del centro. Y en otro permiten el acceso excepcional de una persona por alumno para las reuniones. Catalunya ya ha dado el visto bueno a las familias, por contra, para entrar a recoger al patio a los niños y participar en actividades como excursiones y extraescolares, siempre con mascarilla.

«Del core de medidas, algunas decaen por falta de evidencia (como la mascarilla en exteriores), otras por no cumplir el criterio de proporcionalidad (son excesivas para el riesgo que intentan evitar, como posiblemente el grupo de convivencia estable, que se está monitorizando) y otras porque esos ámbitos ya están adecuadamente protegidos», enumera Aguinagalde.

Los epidemiólogos que han radiografiado la pandemia y tratado de anticiparse a su comportamiento –no siempre con éxito– recuerdan que «no hay modelos previos» en los que basarse, con lo que es difícil «predecir» cuánto tiempo van a mantenerse las restricciones en los ámbitos aún sujetos a ellas. «Se esperan fases de aceleración –concluye el director del Observatorio de Salud Pública de Cantabria–, hay que ir viendo».

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