Como muchas películas pensadas para el público infantil, este cortometraje tiene diferentes mensajes y ofrece diferentes formas de disfrutarlo:

  • A los niños y niñas les encantará por su ternura, por su colorido, por ponerse en la piel de la niña y porque ven reconocida como importante una necesidad que manifiesta la niña. Y porque, además, el adulto rectifica.
  • A padres y madres nos puede ayudar a recordar mensajes muy importantes que nos pueden servir de apoyo a la hora de educar. Y aquí van algunos:
    • Como nos dijo Carlos Escudero: “Mis hijos me ven como un superhéroe, pero no tengo poderes.  Si hay alguien que tiene un don son los hijos: si os olvidáis la merienda a la salida del cole no pasa nada, si les soltáis un grito de vez en cuando no pasa nada. Ellos sí que tienen un don: no tienen rencor, solo tienen amor”.
    • En este cortometraje queda bastante claro que es la niña quien educa al anciano. Bei de Tigriteando señala que “parece que los padres educamos a los niños, pero realmente son ellos los que han venido a cambiarnos a nosotros, a alentarnos para ser nuestra mejor versión, solo para darles ese ejemplo”.
    • No deberíamos menospreciar el mundo de nuestros niños. Como nos dijo Cristina Gutiérrez, “Alexandra, una niña de 14 años, que me hizo una pregunta que no supe responder: “¿Por qué los mayores creéis que el mundo de verdad es el vuestro y no el nuestro, el de los niños? Su mundo es muchísimo más auténtico y coherente”.
    • Por último, este cortometraje nos enseña qué es la buena educación. Gregorio Luri cree que “está bien educada la persona que sabe devolver con generosidad el amor que ha recibido”. ¿Y no es esto lo que hacen tanto la niña como el anciano?