Hay niños que nunca han disfrutado del agua corriente. Niñas que jamás se han bañado en una piscina y que todavía no han visto el mar. Pequeños que aún no han pisado la consulta de un dentista o de un oculista. Pequeñas que jamás han salido del lugar donde viven, un campamento de personas refugiadas enclavado en el inhóspito desierto argelino de Tinduf.

Este verano, después de un parón de dos años debido a la situación de pandemia a causa de la Covid-19, las familias madrileñas tienen la oportunidad de que esos niños y niñas, refugiadas saharauis, cambien la canícula y el abatimiento que genera la hamada argelina por una estancia de dos meses en nuestro país, en el seno de sus hogares. La oportunidad de ofrecerles, durante julio y agosto, una alimentación saludable, revisiones médicas de calidad y, lo que es más importante, la inmersión en una cultura diferente en un espacio de cariño y solidaridad.

Hace unos días, la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de Madrid inició en la capital una nueva edición del programa “Vacaciones en Paz”, que con más de 20 años de vida es uno de los más longevos del movimiento de solidaridad con el Sáhara Occidental. La entidad, que forma parte de la Federación de la Comunidad de Madrid de Asociaciones Solidarias con el Sáhara (FEMAS) y cuenta con el apoyo de la FRAVM en esta iniciativa, invita a la ciudadanía a participar en la iniciativa solicitando la acogida de un/a menor saharaui para este verano, demostrando, con su práctica, el carácter solidario del pueblo madrileño.

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