“¿Si, como profesor, pido deberes? Este año, no. Nunca he sido de poner muchas tareas, pero al final sigues las dinámicas de cada centro. Y me di cuenta de que se encargan bastantes y no se lograban los resultados buscados”. David Castrillo Álvarez (San Sebastián, 1987) es profesor desde hace cinco años, y ahora tutor de Primaria en el colegio de modelo D (enseñanza en euskera con el castellano como asignatura) en Alaiz, en Barañáin. También forma parte de la asociación de la escuela pública vasca Sortzen. En ella, ha integrado el grupo de reflexión que ha preparado un informe sobre un tema recurrente, a menudo polémico y que siempre genera debate: ¿Son necesarias las tareas escolares en casa?

En 2011, en una encuesta on line realizada por el Consejo Escolar, hubo escasa participación -78 personas-, pero el 80% de quienes respondieron mostró su respaldo a la realización de tareas. Para Sortzen, sin embargo, plantear ahora esta pregunta invita al mundo educativo a debatir, y a meditar sobre cuál es el modelo de escuela por el que se apuesta.

En su informe se preguntan si son necesarias las tareas escolares y su respuesta, en las conclusiones, es llamativa: en Primaria, no.

-Cada edad tiene sus necesidades, pero sí es verdad que en el primer ciclo es más fácil plantearse este tema que en 6º [de Primaria], donde hay más materia. Nosotros [por Sortzen] llegamos a la conclusión de que en Primaria no es necesario. Creemos que en educación hay muchos mitos sobre la tarea: que crea hábito de estudio, ayuda a organizar el tiempo, mejora el rendimiento académico… Y otro problema es que hay tantos contenidos que queremos dar que no tenemos tiempo para impartirlos todos en clase. Y, sin embargo, también hay que tener en cuenta que no todos los alumnos tienen los mismos ritmos ni las mismas necesidades.

Una duda habitual en este debate es si, sin tareas, el alumnado aprenderá una cultura del esfuerzo.

-Sí, pero, por su edad, no son capaces de desarrollar esos hábitos. Primero tenemos que conseguir que se motiven, y las tareas no llevan a ello, sino más bien a algo que hacen “porque me dicen que haga”, y no porque quieran aprender.

¿Y cómo se consigue ese deseo?

-Según la neurociencia, es importante que el aprendizaje esté ligado a la emoción. Cuando te emocionas con algo, te comprometes y desarrollas esa autonomía. Y ese objetivo lleva a plantear un vuelco más grande, no solo a reflexionar sobre las tareas, sino también sobre qué interesa a los alumnos. Necesitan aprender a estas edades a través del juego, del movimiento… y las tareas escolares son muy estáticas. Al final, vamos contra la propia evolución del cerebro al aprender. Sabemos que hay muchas opiniones al respecto, pero algo pasa: no puede ser que un niño empiece Primaria con muchas ganas de aprender y que, cuando llegue a 6º, no las tenga. Algo estamos haciendo mal.

¿Cree que se logrará la implicación de todo el alumnado al aprender Matemáticas o Lengua?

-Hay enseñanzas que se pueden mezclar: las Matemáticas no solo se aprenden con un libro de Matemáticas, sino también a través de la música u otras formas. Que haya miedo (a ese cambio) es normal, pero al final caemos en meter más y más contenido, y más no es mejor. El estrés puede ser bueno porque nos obliga a reaccionar, pero si es prolongado puede afectar a la memoria.

Una de las conclusiones del informe es que los niños y niñas deben tener más tiempo libre, para que busquen lo que les interesa. ¿No teme que ese tiempo libre lo pasen viendo la televisión?

-El tiempo libre tiene que ser de calidad. No significa estar sentados viendo la tele, sin jugar, sin ir a la calle…

¿Para las familias, las tareas no son una forma de comprobar en casa el esfuerzo que hacen en el colegio?

-La tarea parece un indicador de qué le cuesta a tu hijo, que normalmente son Lengua o Matemáticas. Creo que es importante que, para conocer cómo va el estudiante, haya una mayor comunicación entre la familia y la escuela.

¿En su opinión, cuál debería ser la implicación de las familias en los deberes?

-El objetivo de los deberes no es lograr la implicación de las familias. Pero, ¿quién termina haciendo la tarea?

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