Soy Naamá, una estudiante de segundo de bachillerato en un instituto público de Madrid. Siempre he sido alumna de la educación pública y siempre he tenido la convicción de que es en ella en la que más hay que invertir, con el fin de proporcionar una educación gratuita, libre y de calidad para todas las personas.
Se nos pinta «la vuelta al cole» mucho más alegre de lo que es: nuevos materiales, nuevo uniforme, nuevos libros, nuevos compañeros y nuevos profesores. Sin embargo, lo que nos encontramos el primer día son los resultados de unos recortes impuestos por el PP que nos condenan a una educación pobre y dejada, a unos centros descuidados y a unas asignaturas que nos adoctrinan y nos preparan solo para pasar exámenes, para pensar más en el aprobado que en lo aprendido, que nos enseñan que lo importante son los resultados,y no el esfuerzo y empeño que pongamos en sacar un proyecto adelante, en lugar de dotarnos de herramientas y conocimientos que nos permitan desarrollarnos y crecer como personas, para llegar a ser seres capaces de pensar y reflexionar por nosotros mismos, con una capacidad crítica que nos permita construir nuestra propia vida y futuro.
Desde que empecé el bachillerato he podido darme cuenta de que las condiciones han ido empeorando poco a poco. La mala organización, la falta de presupuesto y el mal estado de las instalaciones y del material se han convertido en las características generales de la educación pública de este país.
En clase somos 35 personas aproximadamente y en ocasiones nos hemos visto obligados a sentarnos en el suelo por falta de sillas y de mesas. El material del instituto está prácticamente inutilizable, y por parte de las instituciones no nos proporcionan el material básico a quienes cursamos el itinerario de bellas artes. A su vez, para algunas asignaturas, es necesario tener material específico, y el precio de dicho material es extremadamente caro. Las malas condiciones de las instalaciones hacen que a menudo pasemos frío, que en los baños no haya luz o que siempre falte papel higiénico. La mala organización del instituto, condicionada entre otras cosas por la falta de medios y por los recortes en educación que se suceden año tras año, hace que tengamos que buscar aulas vacías, que tanto profesores como alumnos nos perdamos alguna clase por no saber el lugar en el que se da, o que los grupos aún no estén fijados.