Las bofetadas, los cachetes, los azotes, no son un método educativo y puede acarrear graves consecuencias psicológicas y físicas para los niños.

A pesar de los momentos de crisis que los adultos vivimos en esos momentos complicados, no nos damos cuenta de que nos ha superado la situación, nos hemos desbordado y actuando con violencia no le enseñamos nada al niño, posiblemente lo que hacemos es complicar las cosas en el futuro.

Los niños ven que no hemos sabido resolver el conflicto y le estamos restando posibilidades para que ellos mismos sepan resolver conflictos en su entorno, con sus amigos… La violencia como recurso será probablemente usada por este niño con otros niños y, cuando crezca, tal vez con otros adultos, incluso con sus propios padres.

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