En 2008, los miembros de la Red IRES elaboramos el manifiesto pedagógico No es verdad, preocupados por la difusión masiva de creencias poco rigurosas sobre la escuela española. Pretendíamos con ello hacer pública nuestra posición contraria, realizar un análisis más complejo de la educación y aportar algunos principios orientadores para la construcción de una escuela alternativa. Recientemente hemos elaborado un nuevo documento, La escuela que proponemos, donde desarrollamos esos principios que pueden ser útiles para la transformación de la educación y que suponen una propuesta de construcción más allá de las críticas a modelos educativos y/o leyes nuevas y pasadas. La escuela que proponemos es una escuela:

1. Centrada en los estudiantes y en su desarrollo integral, donde el alumnado construye conocimiento en interacción con su entorno, se siente escuchado, querido y valorado y mantiene su deseo de conocer, investigar y compartir.

2. Con contenidos vinculados a las problemáticas relevantes de nuestro mundo. Los contenidos trabajados en la escuela tienen que responder a las necesidades de los estudiantes, deben servir para construir respuestas útiles para comprender el mundo y promover su transformación.

3. Con metodologías de investigación que favorezcan los aprendizajes funcionales y la capacidad de aprender a aprender. Defendemos un modelo didáctico basado en la idea de “investigación escolar” que promueva el aprendizaje trabajando en torno a problemas sociales y ambientales relevantes.

4. Con recursos modernos y variados. La escuela tiene que disponer de medios y recursos educativos modernos y variados, que favorezcan el aprendizaje y faciliten la democratización del saber.

5. Con formas de evaluación formativas y participativas que involucren a todos los implicados. Conside­ramos la evaluación como un medio útil para mejorar los procesos educativos. Optamos por instrumentos y estrategias que favorezcan una evaluación formativa, alejada de exámenes que inducen a la memorización repetitiva y de pruebas externas que estandarizan los procesos de enseñanza y dificultan la igualdad de oportunidades.

6. Con docentes bien formados e identificados con su profesión. A ser un buen docente se aprende desarrollando un conocimiento actualizado sobre la práctica que sirva para tomar decisiones fundamentadas sobre para qué enseñar, qué enseñar, con qué metodología y de qué manera evaluar. Esto implica cambios importantes en la formación inicial de los futuros profesores y profesoras, de manera que entre universidad y escuela exista un intercambio horizontal de conocimientos.

7. Con una ratio razonable y en la que los docentes puedan diseñar, evaluar, formarse e investigar.

8. Con un ambiente acogedor, donde los tiempos y los espacios respeten las necesidades y los ritmos de los menores. Para promover verdaderamente la autonomía, la cooperación y la construcción de la ciudadanía necesitamos lugares originales y acogedores, con espacios abiertos al entorno y con un tamaño adecuado. Proponemos una escuela con módulos horarios amplios y flexibles.

9. Co-gestionada por toda la comunidad educativa y comprometida con el medio. Queremos una escuela en la que el alumnado viva la democracia día a día. Una escuela participativa. Se trata de crear un ambiente colaborativo donde la participación no se viva como una intromisión o una amenaza, sino como algo valioso y enriquecedor.

10. Pública, laica, democrática y de calidad. La escuela es un derecho que no admite privilegios. El Estado debe garantizar ese derecho con una red pública y gratuita de centros educativos de calidad. La propiedad estatal es condición necesaria pero no suficiente. La concepción pública implica otros valores imprescindibles: ha de ser laica, ha de ser democrática, ha de ser de calidad.

Lo que planteamos no es un espejismo. Hay docentes, familias y estudiantes que lo están haciendo realidad.

Pilar Jiménez
Miembro de la Red IRES (www.redires.net)

Fuente de la noticia: www.diagonalperiodico.net