La brecha salarial de género existe en toda España, pero no afecta por igual a los territorios. En promedio, las mujeres ganan casi un 20% menos que los hombres, algo más de 5.000 euros al año. La ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, dijo la semana pasada que la subida del salario mínimo interprofesional (SMI) ha supuesto hasta la fecha la reducción de esta disparidad en dos puntos porcentuales. En efecto, los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) muestran que de 2018 a 2019 la brecha salarial pasó de 21,46% a 19,51%.
Ahora bien, las diferencias entre comunidades componen un panorama más complejo, en el que la desigualdad de género se mezcla con la territorial: una empleada del País Vasco gana un 45% más que una extremeña, y más que los varones de 12 autonomías. Hay 13,71 puntos porcentuales entre la que más y menos igualado tiene el salario: Canarias y Asturias.
Con el 25,22%, Asturias es la comunidad con mayor brecha porcentual entre hombres y mujeres. También es en la que existe mayor diferencia en bruto, pues los varones ganan 7.183 euros más: 21.298 euros al año contra 28.481. Ellas necesitan trabajar casi dos meses más para equiparar a sus compañeros en términos salariales, es decir, un aumento del 33,73% sobre las horas actuales.
Aragón es la segunda comunidad con mayor brecha porcentual y la cuarta con mayor diferencia en bruto. Aquí los hombres ganan 22,89% más que sus compañeras; en dinero son 6.044 euros sobre los 20.360 que ellas ingresan en promedio. Para alcanzar el mismo salario, las aragonesas tendrían que extender su jornada más de mes y medio (1,44); 29,69% más. En tercer lugar, aunque muy cerca de Aragón, está Navarra, con una diferencia del 22,37%. Los indicadores son similares: hay una diferencia de 6.836 euros que se solventa aumentando un mes y medio (1,37) el tiempo de trabajo.
En el lado opuesto de la balanza está Canarias, la comunidad con menor brecha salarial tanto porcentual (11,51%) como en bruto (2.541 euros). Ellas ganan en promedio 19.540 euros al año y ellos 22.082. Para equiparar el salario, las mujeres trabajarían medio mes más (0,37).
Entre el resto de territorios destaca el País Vasco por ocupar el tercer puesto en la lista de los salarios más dispares (6.331 euros) y ser a su vez la comunidad que mejor paga. Aquí una trabajadora gana en promedio 26.197 euros anuales, más dinero de lo que perciben los hombres en más de la mitad de las comunidades.
Las diferencias salariales también se acentúan por sectores, en especial en la industria, que ostenta la mayor brecha al pagar en promedio 5.771 euros más a los hombres que a las mujeres. El siguiente es el sector servicios, con una diferencia de 5.217 euros. En la construcción, en cambio, la desigualdad es mucho menor: 1.608 euros. Sin embargo, se puede deber a una falta de datos, pues solo seis comunidades aportan información del colectivo femenino. Dos autonomías pagan más a la mujer en este campo: Madrid y País Vasco, con el 1,62% y 0,41%, respectivamente.
Para Marisa Soleto, presidenta de Fundación Mujeres, estas cifras son un indicador de la discriminación en el mercado laboral, que se inicia en las propias estructuras productivas. Por regla general, “ellos están en actividades mejor retribuidas mientras ellas están pegadas a los mínimos”. Otro condicionante son las horas trabajadas, pues las mujeres tienen jornadas más reducidas, primero porque el propio mercado les ofrece menos tiempo efectivo, y en segundo lugar porque tradicionalmente se dedican al cuidado del hogar, lo que las obliga a acortar sus horarios. Soleto detalla que, aunque el porcentaje de españoles contratados a tiempo parcial es reducido, en el 80% de los casos se trata de mujeres. En efecto, en 2020 la participación de las trabajadoras a media jornada casi triplicaba la de los hombres: 10,4% contra 3,6%, según el INE.
Hay otro problema: aunque la diferencia salarial disminuye 10 puntos porcentuales al homologar el tiempo de trabajo, queda una diferencia del 9,33% asociada a una discriminación por mera razón de sexo, lo que para Soleto se resume en que “el trabajo de los hombres sigue teniendo mayor valor que el de las mujeres”. La jurista teme que la brecha se ensanche tras la pandemia, pues los propios sindicatos, como la UGT, han advertido de que las mujeres están tardando más en salir del desempleo.
La prolongación del paro y la falta de ingresos provoca que “las mujeres acepten empleos de muy baja calidad. Muchas de ellas entran en el sector sociosanitario, pero vivimos en una sociedad donde el cuidado de las personas está mucho menos valorado que otros trabajos técnicos a pesar de ser esenciales”, concluye Soleto.
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