Vista desde fuera, es la típica aula austera de la educación pública con sus pupitres verdes, luces de neón, rejas en las ventanas, una pizarra de las de toda la vida y un proyector, adaptada a las medidas anticovid: distancia entre las mesas, mascarillas y corriente cruzada. Lo que pasa dentro se sale, sin embargo, de lo común.
Los 15 alumnos de 1º B del Instituto Pare Vitòria de Alcoi no están en clase de Castellano ni de Valenciano, sino de “Ámbito Lingüístico”, en el que ambas lenguas se van intercalando mientras la profesora Yasmina Youfi les pide que lean y comenten poemas de Idea Vilariño, Gloria Fuertes y Alfonsina Storni y textos sobre Isabel Clara-Simó, y que busquen en sus tabletas definiciones en el Diccionario de la Real Academia Española. Los estudiantes tampoco tienen clases separadas de Matemáticas y Tecnología, sino un ámbito en el que ambas asignaturas se mezclan. Lo mismo sucede con Historia y Valores Éticos.
La fórmula pedagógica consistente en fusionar en una misma clase dos o tres materias hace que los alumnos relacionen conocimientos de disciplinas distintas y que su aprendizaje sea más aplicado y menos abstracto, lo que en la jerga educativa se llama trabajo por competencias. Hasta ahora se usaba básicamente en grupos de diversificación curricular, es decir, de alumnos que van mal y a los que se les adaptan los contenidos. Pero este curso se ha extendido a más de 50.000 estudiantes de clases ordinarias de centros públicos en cinco comunidades autónomas: Comunidad Valenciana (la que más lo practica), Galicia, Aragón, Baleares y Cantabria.
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