Es probable que, si Einstein hubiese nacido mujer, su apellido apenas nos sonara hoy. Y es que los méritos de sus descubrimientos se los habría llevado algún compañero de investigación o, incluso, su marido. Este fenómeno, que se conoce como Efecto Matilda, señala la injusticia que ha relegado al olvido, de forma sistemática, los hallazgos de brillantes científicas. Por ejemplo, Nettie Stevens, Lise Meitner, Marietta Blau o Rosalind Franklin, entre muchas otras.

#NoMoreMatildas, una iniciativa impulsada por la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT) con el apoyo de la Oficina del Parlamento Europeo en España, es una idea de para dar a conocer el Efecto Matilda y recuperar el protagonismo de esas científicas que nunca debieron ser invisibles.

¿Por qué es importante hablar del Efecto Matilda?

En palabras de Carmen Fenoll, presidenta de la AMIT, «este efecto es uno de los motivos de que aparezcan tan pocas científicas en las historias de la ciencia. Hablar de ello, hacer público que este fenómeno ha existido, nos sirve para que la sociedad sepa que siempre ha habido mujeres haciendo ciencia, en todas las épocas y en todas las disciplinas.

Muchas de estas mujeres hicieron aportaciones clave para el avance del conocimiento. Muchas otras consiguieron con su trabajo que la ciencia fuera cada vez mejor. Pero, en todos los casos, las mujeres son parte de la historia de la ciencia, de la historia de nuestra civilización. Aunque haya habido un intento, consciente o inconsciente, de borrarlas de ella».

Para seguir leyendo, pincha aquí.