Cada vez son más los colegios que han empezado a pensar sus patios como espacios marcados por el género. La disposición más habitual suele consistir en una gran pista dominada por la actividad estrella de los recreos, el fútbol, practicado en su mayoría por niños y casi siempre los de más edad. Las niñas y aquellos a los que no les gusta o que no dan la talla a ojos del resto suelen acabar en las periferias, donde no suele haber mucho mobiliario ni recursos. Es el diagnóstico del que parten los centros educativos que en los últimos años han iniciado procesos de remodelación de los patios. Aquellos que los han culminado ya están experimentando los efectos.

Es el caso del CEIP Enric Soler i Godes de Castellón, que comenzó en 2016 a darle la vuelta a su patio como parte de un proyecto de coeducación iniciado por el Ayuntamiento. El primer paso fue observar el espacio y cómo lo utilizaba el alumnado. «Nos pusimos a mirar cómo jugaban ellas y ellos. El 80% lo ocupaba la pista y las niñas solían quedarse arrinconadas. Lo veíamos como algo normal. A ellas las animábamos a jugar al fútbol, pero esto fue una mirada nueva, nunca lo habíamos pensado», afirma la directora del centro, Merche Fernández.

Este tipo de modificaciones se enmarcan en proyectos de remodelación de los patios con perspectiva de género y parten del análisis del espacio que propone el urbanismo feminista y la coeducación. Su objetivo no es acabar con los juegos de pelota, sino diversificar el uso de los patios para que sean más inclusivos –no solo teniendo en cuenta el género, también la edad y otras diversidades– y fomenten otro tipo de actividades. La idea es «propiciar que pasen cosas más allá del fútbol», resume el concejal de Educación del Ayuntamiento de Castellón, Enric Porcar. El proceso cuenta con varias fases y culmina con la construcción de alternativas, entre ellas, espacios de reunión, de naturaleza o para potenciar habilidades físicas diferentes como saltar, trepar, hacer equilibrios o bailar.

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