¿Cómo cree que debe ser el material pedagógico con el que el profesor enseña en clase?
No como los libros de texto actuales, que tienen una concesión única de la tarea, y no tienen en cuenta la diversidad de niños y contextos que se pueden dar en un aula. Los materiales pedagógicos deben estar diseñados por los propios maestros, adaptándolos a las necesidades de sus alumnos.

¿Qué recursos útiles hay para esto?
En internet hay muchas páginas web con material que está experimentado sobre distintos temas, actividades diversas, etc. Hay que combinar el fruto de tu propia experimentación como docente con material elaborado por otros compañeros que diseñan en sus clases y publican en la web. En este sentido, los profesores deben ser como cocineros: cada uno diseña su propio plato, pero pueden coger recetas de otras personas. Lo que no vale es una receta única y universal que sirva para todo el mundo. La investigación científica nos empuja cada vez con más fuerza a huir de las clases magistrales y trabajar según nuestro contexto.

¿Qué prácticas perpetúan el sistema de clase magistral?
Todas aquellas que funcionan como una ortopedia que te pones: tú te apoyas en ella pensando que te facilitará la labor, pero en el fondo lo que hace es eliminar tu profesionalidad. La metodología y el contenido que se transmite, por ejemplo con los libros o con diapositivas, pretende ser el mismo para todos los alumnos cuando está claro que no todos los niños lo absorben. En algunas circunstancias se dan situaciones aberrantes en el estudio.

¿Por ejemplo?
Un día repasando la lección con mi hija, se empeñó en repetirme las palabras en negrita del libro de texto. Palabras que fuera del contexto no tenían sentido alguno, pero ella estaba convencida que lo que debía aprender eran las negritas, aunque no tuviera ninguna lógica. Es una situación absurda.

En las nuevas metodologías en las que el alumno es el centro del aprendizaje, ¿qué papel cree que cumple el material pedagógico?
Es un recurso fundamental, porque todo no se puede improvisar en el aula en el momento. No tenemos conocimiento tan exhaustivo para ser capaces de diseñar en cualquier momento la actividad adecuada para cada circunstancia. Son un apoyo imprescindible, pero siempre y cuando no le quite el papel protagonista al alumno ni al profesor. Debe ser una excusa que ayude a reflexionar, a investigar, a afrontar los problemas que se plantea. Todo depende del material pedagógico de fondo.

¿En qué sentido?
Un enfoque es que el modelo pedagógico esté basado en la mera transmisión de información. Si el modelo lo que pretende es que sea activo, que cree sus propias respuestas, que entre en contradicción y que a través de las informaciones vaya construyendo por sí mismo sus propias ideas, todo material que lo fomente es bienvenido. Lo que define el material pedagógico es el modelo. Esto pasa igual con las TIC, o cualquier recurso basado en las tecnologías, que por sí mismas no cambian la realidad. Si responden a un modelo de repetición mecánicamente de la información, no estamos cambiando nada.

¿Cómo pueden preparar los profesores su clases teniendo todo esto en cuenta?
Yo doy clase preparando a futuros docentes, y lo que hago con ellos en primer lugar es aprender a diagnosticar a sus estudiantes. Cada uno debe saber en qué contexto está, qué tema va a enseñar y qué necesidades tiene su grupo. Siempre les digo que antes de preparar las clases deben saber qué saben o qué no saben sus alumnos acerca de ello, qué les interesa o motiva respecto al tema.
El conocimiento de los alumnos debe ser el punto de partida. No puedes enseñar sin saber las necesidades previas que tiene el que aprende, ya que un alumno puede tener determinadas concepciones o ideas que dificulten el entendimiento de lo que tú le estás enseñando.

¿Nos puede poner un ejemplo concreto de esto?
En determinados momentos los niños creen que la Tierra es plana, porque su evidencia empírica es esa: lo que ven es plano. No ven la curva de la Tierra. Para que ellos aprendan que la Tierra no es plana, no les vale con que tú se lo digas. Lo que necesitan es que les pongas en crisis esas creencias para que sean capaces de tener otra perspectiva que le dé sentido a esa realidad.

Un enfoque muy interesante.
El diseño de los materiales tiene que empezar por diagnosticar cómo están mis alumnos y a partir de ahí diseñar actividades o recursos que me puedan ayudar a que los alumnos se choquen contra sus propias ideas. La humanidad, de hecho, ha aprendido así, a base de irse dando choques contra la realidad.

¿Cree que los docentes están preparados para hacer esto?
No, la mayoría no. La formación inicial por desgracia reproduce la misma enseñanza tradicional en la que todos hemos sido educados. En mi propia facultad, mis propios compañeros explican que hay que hacer las cosas de otra manera, pero lo explican y lo enseñan “a la antigua”. El mensaje que lanzan es contradictorio. La mayoría de docentes no salen preparados para hacer frente a los retos de la nueva educación. En países que pueden ser referentes para nosotros en este ámbito, los profesores tiene muchísima más autonomía para preparar las clases, diseñar sus materiales, etc.

¿El hecho de tener más autonomía y no ceñirse a un currículum muy estricto les facilita las cosas?
Claro. El hecho de tener un currículum educativo tan pormenorizado en el fondo revela una desconfianza profunda en el docente. Si preparáramos a los profesores como es debido y confiáramos en ellos, no haría falta que el currículum fuera tan específico. Si el Estado hiciese una buena selección de personal, los preparase y confíase en ellos, pasaría igual que con los médicos. Socialmente hay mucha confianza en los médicos, pero no en los profesores.

¿Qué papel debe tener el centro educativo para que el profesor pueda aplicar los cambios que estamos comentando?
El centro educativo es la microsociedad donde se desenvuelve el trabajo profesional. Hay una minoría de profesores que hacen cosas muy novedosas en centros muy difíciles, ¡esto es casi de héroes! Luchar día a día en contextos hostiles no puede ser la tónica del sistema. Los centros deberían ser lugares de innovación y experimentación. Lo que es una paradoja es que una de las instituciones más conservadores y menos abiertas al cambio sea el propio sistema educativo.

¿La escuela está muy alejada del ritmo y el contexto actual?
La escuela está en otro contexto histórico, prácticamente. La escuela debe ser ambiciosa para estar a la última y debe proteger y alentar a sus docentes para que investiguen y avancen. ¡Que sea la punta de lanza de la sociedad! En nuestro país desgraciadamente es una de las instituciones más retrogradas y lentas para cambiar. El abismo que hay entre cómo viven los alumnos de secundaria (su vida social, su vida personal fuera de la escuela) y lo que ocurre en el centro es descomunal. Ellos viven en el siglo XXI y la escuela en el siglo XIX. Es normal que haya muchos alumnos que no sientan apego a la escuela.

¿Cómo cree que debería ser este proceso de cambio?
Yo tengo mi propia teoría al respecto. Un sistema como el escolar no puede cambiar de forma rápida y acelerada, los cambios de cultura y de comportamiento no se pueden forzar si queremos que sean auténticos. No se puede obligar a los profesores a hacer algo que no han asumido, el profesorado se rebela cuando no entiende el cambio. Hay que tener una estrategia a largo plazo, de 10 o 15 años. En Finlandia tardaron 20 años en hacer el cambio. Debe haber un consenso político, pero sobretodo social. El cambio debe de ser de calidad, de fondo, auténtico.

Fuente: http://blog.tiching.com