A raíz de la entrada que publicamos hace unas semanas titulada «Una madre de nuestro colegio protesta por los deberes para Navidad (y no es la única)«, otra madre nos pide que publiquemos su reflexión, que publicamos a continuación.
«Estas vacaciones de Navidad, mi hija de once años tenía claro que los ejercicios que la había mandado su profesor, los tenía que hacer sí o sí, a pesar de que yo estaba dispuesta a ponerle una nota descargándola de esa obligación, mientras que la lectura de unos cuantos capítulos de un libro, que también tenía que realizar, era una tarea secundaria para la que tenía que perseguirla.
Los ejercicios son como sesenta y tantos de diversas materias, y las páginas del libro algo menos de noventa. Estamos hablando de un profesor que no es muy partidario de muchos deberes y sí de la lectura.
En primer lugar, dónde queda la norma no escrita de respetar los periodos vacacionales y los fines de semana sin mandar deberes, para que puedan ser disfrutados en familia.
En segundo lugar, por qué siento que he fracasado como madre a la hora de inculcar la importancia de la lectura; pero el colegio con sus profesores y su sistema también, puesto que han hecho creer a mi hija que la lectura es una asignatura «maría» que no se tiene en cuenta, ni para bien ni para mal. El alumnado es premiado o castigado cuando hacen los ejercicios, pero no se le pregunta cuánto tiempo han dedicado a la lectura por gusto. Como mucho se tiene en cuenta como algo complementario.
Queda muy bonito hablar de la importancia de la lectura en todos los niveles académicos, ¿pero realmente la idea se inculca al alumnado?»