El desastre que ha supuesto la LOMCE en tantos aspectos de la educación nos puede permitir, en el momento en que sea derogada, hacer un planteamiento novedoso y dar un salto adelante para buscar soluciones a aspectos del sistema educativo que han quedado envejecidos y no responden a las necesidades actuales. Esto no quiere decir que todo vaya a cambiar en la educación; sabemos que, si de algo ha sufrido el sistema educativo en España, han sido de demasiados cambios, y demasiado arbitrarios, en muy pocos años. Pero la mayoría de los cambios que se han producido desde que fue derogada la LOGSE no se han hecho pensando realmente en la mejora de la educación, sino que han sido modificaciones y cambios que respondían en mayor medida a intereses partidistas o corporativos que no a necesidades reales de los contenidos y de las formas pedagógicas. Por ejemplo, cómo mejorar la situación de la escuela privada, cómo mantener el dominio ideológico de la Iglesia o como satisfacer las reivindicaciones del profesorado. Temas importantes, quién lo duda, pero muy alejados de las cuestiones básicas que deben configurar la educación.
Esperamos pues que las próximas elecciones tan autonómicas como generales permitan cambios en profundidad. Todos los partidos de la oposición al gobierno Rajoy se han comprometido a derogar la LOMCE si hay un cambio de gobierno. Ya hay alternativas discutidas, negociadas, preparadas. Pero, en cualquier caso,habría que aprovechar esta ocasión para cambiar algunas cosas de fondo. Si en tantos aspectos de la vida política y social constatamos hoy que los pactos y equilibrios surgidos de la transición han envejecido, en la educación, en la que nunca ha habido realmente un pacto y un acuerdo entre derecha e izquierda, este nuevo impulso es aún más urgente que en otros ámbitos.
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