Estas reválidas servirán para estigmatizar al alumnado, profesorado y centros, para generar un mercado, según la concepción neoliberal, de “elección” de aquellos centros que ocupan lugares más destacados en detrimento del resto.
El Congreso rechazó el 5 de abril la aplicación de las reválidas. Todos los grupos parlamentarios, a excepción del PP, y la mayoría de los representantes de la comunidad educativa. ¿Por qué esta descalificación tan abrumadora de las reválidas?
Las evaluaciones externas y reválidas son pruebas de evaluación final fijadas por la LOMCE en tercero y sexto de primaria, con un carácter informativo y orientador, y en cuarto de la ESO y segundo de Bachillerato, con el carácter de reválida para superar la etapa.
La evaluación y los currículos estandarizados se han convertido en el objetivo fundamental de reformas neoliberales en todo el mundo que, como la LOMCE, tratan de “elevar” los resultados educativos con un control burocrático sobre las prácticas escolares y la profesión docente. Este tipo de pruebas estandarizadas sirven para el desarrollo de un aprendizaje fundamentalmente memorístico y descontextualizado.
La reforma educativa del final del franquismo, la Ley General de Educación (1970), ya intentaba superar la rigidez del sistema educativo de la dictadura, ante el fracaso de las pruebas memorísticas, con la supresión de las “temidas reválidas”, introduciendo la evaluación continua. Sin embargo, en los últimos años el auge de este modelo neoliberal, tecnocrático y conservador, centrado en pruebas estandarizadas, ha sido importado acríticamente en nuestro país, justo en momentos en que dichas pruebas son debatidas, cuestionadas y refutadas en EEUU y en diversos países europeos, porque no suponen ninguna mejora en los resultados.
He aquí algunos de sus efectos más negativos:
– La deslegitimación de la función docente y la desconfianza hacia el profesorado, ya que no es el que tiene docencia directa con el alumnado que evalúa
– La degradación de contenidos: se acaba estudiando lo que se examina y se centra el tiempo y los esfuerzos docentes en preparar al alumnado para resolver pruebas y exámenes, como ya pasa en 2º de Bachillerato de cara a la selectividad
– El coste económico para el sistema, tan alto como inútil, por la realización de las múltiples pruebas externas todos los años; y el coste para las familias del alumnado que haya suspendido cuando tengan que pagar academias para repetir la reválida. Además, para el alumnado jugarse en una prueba externa los años de escolarización es injusto y contradice la función de la evaluación como mejora de la educación;
– El gran negocio que supone una inversión de millones de euros en pagar a grandes empresas privadas como Pearson, McGraw-Hill y Educational Testing.
Para leer el artículo completo: www.eldiario.es