En Andalucía, particularmente, una causa importante fue la sequía, sobre todo en Sevilla y Cádiz, donde la carencia general de agua y los cortes horarios en el suministro planteaban a numerosos colegios una difícil situación a la que direcciones de centro y direcciones provinciales dieron como respuesta la jornada matinal.
En las Islas, concretamente en Gran Canaria, un grupo de directores, arropado por sus claustros, logró que los Consejos escolares —donde el profesorado tiene en todo caso mayoría, pero, en general, con el apoyo de los representantes de los padres— aprobasen el cambio de jornada y lo llevó a la práctica sin esperar la autorización administrativa. Sancionados por la Consejería, pronto consiguieron el apoyo de sectores crecientes del profesorado y de los sindicatos, si bien cada uno de éstos aportó su propia teoría al respecto. A partir de aquí, lo que luego terminaría en la generalización urbi et orbe de la jornada continua pudo verse y presentarse como una desinteresada y altruísta lucha contra las sanciones, por la autonomía de los centros, por el derecho de los pobres a tener actividades extraescolares como los ricos y así sucesivamente.
(…) en Alcalá de Henares, por el contrario, el detonante fueron las actuaciones de la Administración (…) una información precipitada sobre el procedimiento para solicitar el cambio de jornada a raíz de unas imprudentes declaraciones de la ministra Aguirre y el subsecretario Nasarre en una mesa de negociación con los sindicatos. (Léase la noticia pinchando aquí)
En Toledo fue la implantación de la jornada continua en numerosos centros como forma barata de dar respuesta a la incapacidad de satisfacer la demanda de comedores (en unos centros no existían y, en otros, llegaron a funcionar a tres turnos).
Fuente: “Análisis y valoración de los procesos, los efectos y las opciones de la implantación de la jornada continua”. Mariano Fernández Enguita. Universidad de Salamanca