En apenas seis años el instituto Ciudad de Jaén, en el barrio obrero de Orcasitas, ha pasado de contar con 691 alumnos a 1.132. Los profesores denuncian que los estudiantes no caben, por lo que han programado una serie de paros —secundados por los padres y las asociaciones vecinales— a modo de protesta.

Fuentes de Educación afirman que es “absolutamente falso” ese supuesto hacinamiento. Y dan cifras: en ESO la media del centro es de 26,9 alumnos y la ley fija 30; en bachillerato son 34 y podrían ser hasta 36; en Formación Profesional de Grado Medio son 28,8 de 30 y en FP Básica 19,5 de 20. En 2012 el ministro José Ignacio Wert dio permiso a las comunidades para subir el cupo un 20%.

Los profesores reconocen que se cumple la ley, pero recuerdan que el reparto de estudiantes está muy descompensado, porque en la rama de enseñanza bilingüe son muy pocos alumnos. Además, aseguran que cuando la tasa de natalidad bajó, parte de las aulas se tabicaron para clases más personalizadas y hoy en bachillerato las mesas tienen que estar juntas para que quepan.

“El centro dispone de 42 aulas para 27 grupos de ESO y Bachillerato y 17 aulas de FP para 15 grupos”, contestan desde Educación. Lourdes de Abajo, la delegada de Comisiones Obreras, discrepa: “No todas las asignaturas se dan a los grupos enteros y hay alumnos con necesidades especiales que se les saca en algunas clases”. Por eso, según los docentes, se han abierto tantos grupos —más de los que quería el Consejo Escolar— que el aula de audiovisuales y uno de los laboratorios no se pueden utilizar porque se destinan a las clases ordinarias. Son tantos que, según los padres, no da tiempo a desalojar el centro en los minutos marcados.

Por otra parte, el profesorado denuncia que, pese al aumento de alumnos, se mantiene el mismo número de profesores y que parte con contratos parciales. “La media de horas lectivas a la semana que tienen los profesores de este centro se sitúa en 20. Es una carga lectiva normal que no corresponde con la masificación denunciada”, replica la consejería.

La sindicalista asegura que la dirección territorial ha visitado esta semana el centro y hay el compromiso verbal de enviar dos docentes a jornada partida para clase de compensatoria (los alumnos con necesidades especiales).

Los lamentos de los profesores se agravan porque el instituto lleva semanas en obras. Una inspección técnica detectó este verano fallos que se están reparando en horario lectivo. ¿Por qué no esperan a la tarde que no hay clase?, se preguntan. Los trabajos están a punto de finalizar y un intenso olor a pintura lo inunda todo, provocando dolor de cabeza y falta de concentración.

Desde hace 20 años, padres y profesores piden una entrada digna al instituto, al que se accede por un descampado. Cuando llueve, el terreno de arcilla donde se aparcan los coches se convierte en una piscina. Ahora Educación, que mantiene sin asfaltar la amplia explanada de delante, ha cementado y vallado un pasillo que conduce a la avenida de los Poblados. El problema es que desemboca en una puerta que permanece desde hace semanas cerrada. Algunos aseguran que se espera a una inauguración oficial.

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