Nicolás empieza hoy P-3 en la Nova Escola Entença –que literalmente es nueva–, pero allí  no encontrará pupitres, ni pizarras ni libros de texto. «Y además andará descalzo», añade con cierto aire de sorpresa su madre, María Estepa. Se trata de uno de los pocos colegios innovadores de Barcelona, donde el ritmo de aprendizaje lo marca el alumno y no el profesor. Y se inspira en el modelo escandinavo, donde es habitual que los niños anden sin zapatos en el aula, ya que defienden que están más relajados y en consecuencia más predispuestos a aprender.

«Es una escuela de educación libre, viva, con espacios abiertos y un trato al niño mucho más humanizado», asegura María. El pequeño, y otros 25 niños más, inicialmente se quedaron sin plaza en el colegio; pero su madre se movilizó –escribió a los periódicos (entre ellos, este), participó en manifestaciones y hasta habló con Ada Colau– para que abrieran otra línea de parvulario y finalmente, junto a otros padres, lo consiguió.

Esta funcionaria, de 35 años, quería para su hijo «otro tipo de educación», una muy distinta a la que ella recibió en un colegio religioso. «Prefiero que aprenda el ciclo del agua observando el cielo y que al final de la explicación acabe bebiendo agua de la fuente del patio, por ejemplo, que con un libro de ciencias». Eso sí, María insiste en que el currículum es el mismo que en otros centros: «Un niño de 6 años tiene que saber leer pero el método es distinto».

Además, explica que la escuela es flexible y se amolda a las necesidades de los alumnos. «Si en algún momento necesitan mesas, las tendrán, pero con una disposición distinta a la tradicional, seguramente en forma de círculo».

Esto será más adelante, de momento hoy Nicolás se sentará en el suelo de la Nova Escola Entença, que tenía que ser un flamante colegio en los terrenos de la Modelo, pero de momento se ubicará en barracones en el recinto de Escola Industrial.

El pequeño todavía no sabe (o no dice) qué quiere ser de mayor. «Que sea lo que quiera, pero sobre todo sea feliz», dice con una sonrisa su madre.

Fuente: www.elperiodico.com