Uno de los grandes dramas de muchos padres es conseguir que sus hijos lean. Que se interesen por los libros como lo hacen por los videojuegos o la televisión. Que no refunfuñen cuando les mandan las lecturas obligatorias en el colegio. Es un reto, no nos engañemos. Si a un niño o adolescente se le ha atravesado la lectura… es difícil reconducir la situación. Pero hay opciones, tanto para no llegar a ese punto como para revertirlo antes de que sea tarde.
Leer nosotros
Quizá el consejo más importante de todos. Los niños aprenden más por imitación que por ninguna otra vía, así que a la eterna pregunta «¿qué puedo hacer para que le apetezca leer?», pregúntate si tú lo haces. Para quien responda que sí, tenemos los otros 14 consejos en esta lista. Pero si la respuesta es no… ¿No es demasiado esperar de un niño que se interese por algo que no forma parte de la rutina de su casa?
Hacer de la lectura algo atractivo
Este punto es fundamental en la infancia, en esa época en que el niño aún no sabe leer y son los padres quienes les leen. Si para los padres ese rato de lectura con sus hijos, generalmente antes de dormir, es algo tedioso y leen sin mayor emoción, los niños lo percibirán. En cambio, si jugamos a convertirnos en piratas, dragones o princesas y los hacemos partícipes de ese pequeño teatrillo, es muy probable que pasen el día deseando que llegue el momento del cuento.
Buscar los tiempos adecuados
Lo decíamos en el punto anterior: la hora de leer suele ser antes de dormir. Pero, ¿y si nuestros hijos son especialmente dormilones y no es esa la mejor hora para ellos? Quizá podamos buscar un hueco a media tarde para leerles o, cuando ellos ya sean mayores, dejar que encuentren el momento del día en que más les apetezca leer.
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