Por necesidad o por comodidad, lo cierto es que muchos padres deciden que sus hijos se queden a comer en el colegio. La pregunta: ¿están bien alimentados? La respuesta: hay opiniones para todos los gustos. Según Jesús Salido, presidente de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (Ceapa), la comida ya no es la misma desde que hace unos años están cerrando las cocinas propias en los centros. Cada vez más se sirven menús que son elaborados fuera del colegio. Les llegan transportados en lo que se denomina línea caliente –es decir, a la temperatura adecuada para emplatar y servir–, o en línea fría –la comida llega al colegio a baja temperatura y allí es “regenerada” (calentada) para su consumo–».

El presidente de Ceapa lamenta que la mayoría de los colegios nuevos se diseñan sin cocina, sólo con un espacio para calentar la comida recibida del exterior. Además, critica que las empresas de catering o restauración componen un lobby «que busca obtener beneficios en detrimento de la calidad del producto final e, incluso, de la cantidad de alimentos servidos. No dudamos de ninguna cuestión sanitaria de estas empresas –reconoce–, pero muchas no utilizan materias primas de primera, y su elaboración final y características organolépticas –en cuanto a sabor, textura, olor…– no tienen nada que ver con la comida recién hecha. No es lo más adecuado para las necesidades nutricionales de los niños en crecimiento», advierte.

El presidente de Ceapa insiste, además, en que en los colegios públicos con comedor «los directivos, que comen gratis, ya no comen allí, y los profesores, muchos optan por el “tupper” por la baja calidad de la comida que consumen todo los días miles de alumnos. Esto es algo que la Administración debería plantearse».

Pablo Alconchel, de la Plataforma por unos Comedores Públicos de Calidad de Aragón, también se muestra detractor de los colegios que sirven línea fría. «En Aragón el 50% de los centros ya no tienen cocina propia porque la Administración ha decidido que sea así al considerar que el catering es más seguro en cuanto a que minimiza los riesgos fisiosanitarios. Sin embargo, presenta inconvenientes –asegura– como que la comida puede estar almacenada hasta 21 días, que se transporta a veces desde lugares lmuy ejanos…».

Las familias cada vez muestran mayor preocupación por la alimentación de sus hijos y por este motivo, según datos de Alconchel, cuando en los comedores se sirve comida propia, lo utilizan el 70% de los alumnos, mientras que cuando la opción es línea fría, los padres buscan otras alternativas y sólo utilizan el comedor un 40%.

Otro de los asuntos que también preocupan a los responsables de esta plataforma es que en el servicio de catering se utilicen bandejas y plásticos en envoltorios «que al ser calentados emiten sustancias que pasan a los alimentos. Hay que pensar en los efectos que tiene a largo plazo para alumnos que comen bajo esta fórmula cinco veces a la semana durante una media de nueve años de su vida escolar».

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