Es una inocente pregunta que, a menudo, sale a relucir en cualquier reunión familiar o de amigos. Puede provenir del abuelo, del cuñado e incluso del vecino o la cajera del supermercado. Pero, ¿por qué le preguntamos a los niños pequeños si tienen novio o novia? Parece una cuestión banal, pero no es del todo inofensiva.
Todos entendemos que es imposible que una inocente criatura que aún no llega a la mesa de la cocina esté inmersa en una relación de pareja. Aun así, lanzamos la cuestión sin más. Y el crío responde lo que sea, pero con indiferencia: ni se sonroja. Efectivamente, no le está entendiendo. Para Sara Tarrés, experta en Psicopatología Infantil y directora de la web Mamá Psicóloga Infantil, los niños con edades comprendidas entre los 2 y 4 años tienen una forma de relacionarse que no distingue entre sexos. “Como mucho, imitan a los adultos o lo que ven en las películas”, explica. De ahí los besos en la guardería o achuchones similares. Entonces, ¿por qué insistimos en reproducir patrones adultos en críos? «Ellos apenas conocen el significado de términos como la atracción o el enamoramiento. Solo piensan en jugar y experimentar, incluso, algunos de ellos todavía llevan pañales», zanja la experta.
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