No estoy criando una persona que no sienta. Que ataje sus emociones con pretextos de virilidad banal. Que se aísle de sus sentimientos y los contenga o reprima. Que no se permita emocionar con cualquier cosa mágica de este mundo por causa de una demanda ilógica de racionalidad. Solo por el hecho de ser hombre. “Porque los machos no lloran”.
No estoy criando una persona que limite su capacidad creativa. Que su imaginación tenga de tope el estereotipo cultural varonil. Que no pueda explorar el área que más le interese por miedo al qué dirán. Que tenga armas de juguete. Que sea valiente y vaya la guerra. Que no pueda jugar con muñecas. Que no se vista de rosa. Para el que sea una obligación jugar a la pelota, o ser atlético. “Porque si no es un macho, es “maricón””.
No estoy criando una persona que se sienta superior. No necesita probar su fuerza ante nadie. Y muchos menos ejercerla contra alguien. No estoy criando a alguien competitivo que construya su seguridad venciendo al otro. Que utilice la violencia física o verbal para imponer su ego o voluntad. “Porque los machos se hacen respetar”.
No estoy criando una persona que no se enamora. Que viva su sexualidad como un acto de triunfo. Conquistando mujeres como si se tratase de abordarlas cual territorio exótico y virgen en plena era colonial. Que se vincule con mujeres cual propiedad privada. Que sean percibidas como un objeto, o el fin para su satisfacción individual. Que pague por sexo. Que acose verbal y físicamente. No estoy criando a un ser que sea parte ni cómplice de la cultura de la violación. “Porque los machos son dominantes”.
No estoy criando una persona que no se involucre con los quehaceres del hogar. Que crea que las mujeres están para servirlo. Que no sepa ser autónomo en su alimentación y cuidados hogareños. Que no se involucre en la crianza -en el caso que quiera ser padre- y su paternidad quede reducida a espacios de recreación. No precisa ser el soporte ultimativo del hogar si así no lo desea. “Porque los machos proveen”.
No estoy criando una persona que no se solidariza con los demás. Que no desarrolle la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Que su empatía se limite a una cofradía de hombres semejantes a su ser. Que esconda sus debilidades. Que se aísle de la capacidad de sentir con el otro: ya sea una niña, un viejito, gay, alguien en situación de pobreza, enfermos, animalitos, etc. “Porque el macho es fuerte”.
No estoy criando un macho. Sino a una persona libre. Que sepa amar y cuidar responsablemente de sus semejantes y del medioambiente. Que no tenga vergüenza de sentir miedo o compasión. Que se emocione hasta las lágrimas, y que se deje llevar por sus sentimientos. Que se vista de colores y se alegre de las cosas simples. Que se pueda sentir tristeza y comparta lo que le pasa. Que sea lo suficientemente fuerte para reconocer sus debilidades. En definitiva, estoy criando a un ser que me respete por ser mujer y no solamente por ser su madre. Porque madre hay una sola, pero las potenciales víctimas del machismo -incluyendo a mi hijo- somos todos y todas.