Hay niños más pasivos que otros y que necesitan un amigo más activo que les estimule. Esto es normal y beneficioso para ambos críos en cuestión, pues sus personalidades se complementan.

Incluso es esperable que en un grupo de niños surja un líder (o varios: del deporte, de las fiestas…). Son niños que poseen un don especial para organizar y mandar que, gracias a la escuela, pueden sublimar y convertir en algo útil. Por otro lado, los demás pueden girar alrededor de estos líderes sin que por ello tengamos que hablar de niños sumisos o sometidos y niños autoritarios o manipuladores.

Muy atentos a las 
señales de alarma

No obstante, hay que saber diferenciar cuándo estamos ante una pasividad normal y cuándo ante algo más serio.

Cuando un niño es exageradamente pasivo, no hace nada por su cuenta, necesita que otro le proponga cosas constantemente, se somete siempre a lo que dice y hace su amigo, quiere vestirse igual que él, hacer todo lo que hace él… es cuando hay que preocuparse. Parece que el pequeño ha perdido su identidad, deja de existir para vivir solo en función del otro. Se establece así una dependencia afectiva y moral, y una absoluta incapacidad para encontrar un deseo propio.

El papel de los padres es muy importante

¿Por qué un niño se deja anular por otro? ¿Por qué necesita adosarse a alguien con características manipuladoras? Ésta es una de las primeras cuestiones que los padres deben preguntarse.

Puede ocurrir que prefiera adherirse a un compañero manipulador antes que quedarse solo, fuera de la pandilla. A menudo, suelen ser niños que no tienen autonomía suficiente y que poseen un pobre concepto de sí mismos.

Para ayudar a un hijo así, los padres tendrían que hacerle valorar sus proyectos, su imagen, sus deseos.

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