Es una queja común en muchos padres: «a mi hijo le han pegado en clase otros niños». Y no nos referimos a una queja aislada de un día, sino a algo que se sucede en el tiempo. ¿Qué hacer?

Mónica Serrano,experta en temas infantiles y en Pedagogía Blanca,reconoce que es un tema «mucho más grave de lo que pueda parecer y más a menudo de lo que creemos».

—Si mi hijo al salir de clase me dice que los niños le pegan, ¿qué debo hacer?

—En primer lugar, creerle siempre. No mostrar ningún tipo de duda. Es lo que va a favorecer la confianza del niño en nosotros para que continúe pidiéndonos ayuda en el futuro.

En segundo lugar, expresarle que estamos a su lado y que le vamos a ayudar a resolver la situación.

—Suponiendo que sea cierto, ¿qué es mejor, hablar con los padres de ese niño o con el colegio directamente?

—Sea cierto o no, debemos hablar primero con el profesorado y contarle lo que el niño nos ha dicho. Si se están produciendo agresiones en el aula, debemos pedirle a la profesora que las gestione, que no las permita.

En caso de que la profesora nos diga que el niño no está contando la verdad, habría que investigar qué puede estar sucediendo para que las versiones de ambos no coincidan. Es importante, en este caso, no mostrar desconfianza hacia el niño.

—¿Qué pasa si en el colegio me dicen que eso son cosas de niños y que no le dé la mayor importancia?

—En este caso, debemos sospechar que estamos en un colegio en el que la violencia está normalizada. Esto es indicador de que se van a permitir agresiones de manera habitual, no se va a proteger a los agredidos ni se va a trabajar con los agresores.

Cambiar esta tendencia en los centros suele ser muy complicado. Podéis movilizaros los padres, dirigíos a los distintos estamentos de la organización escolar o, incluso, informar a la Inspección. En todo caso, muchas veces cambiarlos de colegio es más sencillo y eficaz.

—¿Qué herramientas puedo darle a mi hijo para que se defienda de un niño que pega?

—La herramienta fundamental es pedir ayuda, que lo cuente a los adultos, que no silencie las agresiones. Es importante también transmitirles que pueden elegir a sus compañeros de juego y que pueden decidir alejarse de los niños que no respetan a los demás. Realmente, ante situaciones violentas, huir no es de cobardes.

Además, es positivo enseñarle ciertas respuestas verbales asertivas del tipo «No me pegues», «No quiero que me pegues y no lo voy a permitir» para responder de manera inmediata a la agresión.

Por otra parte, es necesario analizar la situación de manera amplia con el niño para detectar los recursos que el niño tiene para afrontar la situación: otros amigos, posibilidad de huir, adultos cuidadores…

—¿Y si además de pegarle, le insulta y se ríe de él?

—Si además de pegarle, le insulta y se burla de él, nos encontramos claramente ante una situación de acoso. Es importantísimo evitar que estas situaciones se mantengan en el tiempo. Los padres han de intervenir de manera inmediata y no permitir la exposición de sus hijos a la violencia. Porque todo acto cometido con intención de hacer daño a otro es violento, aunque se produzca entre niños.

Según la OMS, la violencia es el uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones.

Así, cuando un niño quiere dañar o humillar a otro deliberadamente, nos encontramos ante una situación de violencia. Si esto se produce en el colegio, se denomina violencia escolar.

—¿Aconseja llevarlo a un psicólogo si la cosa se pone seria?

—Aconsejo intervenir ante cualquier sospecha. Si nuestro hijo está siendo víctima de violencia en la escuela, lo primero es eliminar la exposición a la violencia. En cuanto a llevarlo al psicólogo, depende de cada situación. Un psicólogo no puede enseñar a un niño a gestionar la violencia escolar, pues la violencia no es susceptible de ser gestionada. Sin embargo, sí puede ayudarlo a elaborar y superar la situación que ha vivido si fuese necesario.

Puede consultarse con un profesional y que sea éste quien determine si el niño necesita terapia psicológica o no.

—¿Existen posibilidades de que esto afecte a su manera de ser?

—Por supuesto que sí. La exposición a la violencia escolar afecta a las autoestima de los niños y, con ello, a su motivación. Puede influir negativamente en el desarrollo de sus habilidades sociales y generar indefensión aprendida (si nadie le ayuda), lo cual repercutiría en aspectos de la personalidad como: pobre sensación de control, negativa percepción de competencia personal, tendencia al pesimismo, etc…, lo cual estaría incrementando las posibilidades de padecer depresión o ansiedad.

Es muy importante que los padres tomen en serio cualquier agresión entre compañeros, sea física, verbal o actitudinal. Que investiguen qué está pasando y pongan los medios necesarios para que el niño pueda resolver la situación.

Recomiendo que los padres consulten con un psicólogo si se enfrentan a situaciones de este tipo para que les oriente en cómo ayudar a sus hijos. En cualquier caso, no permitáis que vuestros hijos sufran violencia por parte de nadie.

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