Según un informe de la Organización para el Desarrollo y la Cooperación Económica (OCDE), los deberes alimentan la desigualdad escolar, pues contribuyen a ampliar la brecha entre los estudiantes de nivel socioeconómico alto y medio y los alumnos que pertenecen a familias más desfavorecidas.
Basta con mencionar la palabra deberes para que un niño -cualquier niño- ponga los ojos en blanco, se encoja de hombros y suelte: «¡Vaya rollo!». Las tareas escolares, a las que los estudiantes españoles dedican un promedio de seis horas y media semanales, son aún un suplicio para los alumnos, una cruz para los padres (que tienen que bregar a diario con sus hijos, para conseguir que los terminen antes de ir a jugar o de sentarse a navegar por internet) y un quebradero de cabeza para los maestros. Ahora, además, un informe de la Organización para el Desarrollo y la Cooperación Económica (OCDE) ha constatado que los deberes contribuyen a ampliar -aún más si cabe- la brecha entre los estudiantes de nivel socioeconómico alto y medio y los alumnos que pertenecen a familias más desfavorecidas.
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