Recientemente se ha publicado en el diario El País una importante noticia para las personas que participan en huertos urbanos de Madrid, como en el que participa nuestro colegio, «El Huerto de la Villa». En la noticia se lee que el Ayuntamiento ultima la legalización de cultivos urbanos que ocupan solares abandonados. En ella se describe un Código de Buenas Prácticas que no contradice el cómo se ha estado trabajando en «El Huerto de la Villa» hasta ahora.
El código de buenas prácticas elaborado por el Ayuntamiento al que los responsables de los huertos deberán adherirse “aconseja” una serie de medidas para el cultivo de hortalizas y flores: realizar una “agricultura ecológica” (está expresamente prohibido emplear semillas transgénicas, herbicidas o fertilizantes químicos); usar agua del Canal de Isabel II (o, excepcionalmente, de pozos subterráneos); e instalar una red de riego con ciertos requisitos que podrán ser supervisados por técnicos municipales.
No podrá plantarse césped o especies que requieran de mucha agua. Estará prohibido quemar rastrojos (los residuos vegetales deben compostarse en el huerto); y el Ayuntamiento no se hará responsable de posibles daños por vandalismo o fenómenos meteorológicos. No estará permitido contratar a personal para cuidar del huerto; acumular material, construir estructuras fijas, colocar mobiliario o pernoctar; ni criar o mantener animales (excepto los de compañía que estén allí “de forma eventual”).
El responsable de huertos de la Federación de Asociaciones de Vecinos, José Luis Fernández Casadevante, ha alabado el texto elaborado por los técnicos municipales a partir de “un conocimiento bastante directo de la realidad de los huertos”. “Llevan tres años empapándose de las cosas, tratan de adaptarse a la particularidad de estos proyectos diseñados y mantenidos por los vecinos”, añade. “El borrador anterior del código de buenas practicas era un despropósito absoluto, que incluso prohibía plantar flores. Era muy regulador y fiscalizador, el texto actual da un margen más flexible para que lo asuman las asociaciones”, concluye.
Para leer más: El País