Según la Organización Mundial de la Salud, la salud emocional se define como un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.
Los concepto de trabajo o de contribución a la sociedad están alejados del presente de nuestros niños, pero, ¿no es importante que nuestros hijos, aquí y ahora, sean conscientes de sus capacidades, tengan autoestima y sean capaces de afrontar los retos y tensiones que se le presentan? Es lo que una buena gestión emocional puede proporcionarles.
La gestión emocional consiste en saber regular y expresar las propias emociones, algo que constituye la clave tanto para comprender las de los demás como para que los demás nos comprendan. Pero es que una buena gestión emocional ofrece muchos beneficios a las personas, y, cómo no, a nuestros hijos.
El miedo, la rabia, los celos… son solo algunos de los sentimientos que pueden hacer que un niño pequeño «pierda el control». Si estáis en la etapa de las rabietas sabréis de qué hablamos. Lograr una buena gestión emocional no significa que las rabietas vayan a desaparecer de un día para otro, no es algo que se logre de manera inmediata. ¿No nos enfadamos nosotros como adultos? Pero, normalmente, ya hemos aprendido a gestionar esa emoción.
Pero es que incluso aquellos sentimientos que aún no han aparecido en los niños y que, más adelante, podrían hacerles daño, se superan más fácilmente si se ha logrado una buena inteligencia emocional, si tenemos niños emocionalmente fuertes y seguros de sí mismos, con estrategias para avanzar, para superar las dificultades.
11 beneficios de una buena gestión emocional
- Desarrolla una actitud positiva ante la vida, ante lo que nos rodea. La alegría facilitará un acercamiento a las otras personas.
- Genera una alta autoestima (una actitud positiva ante nosotros mismos), lo que nos ayuda a aceptarnos y querernos como somos, únicos, con virtudes y defectos.
- Motiva para el cambio y los nuevos retos.
- Aumenta el nivel de tolerancia a las frustraciones.
- Ayuda a tomar decisiones y resolver problemas y conflictos.
- Mejora la interpretación de la información exterior, aprendiendo a valorarla críticamente y sin presión de grupo.
- Mejora la empatía, la capacidad de entender al otro y ponerse en su lugar, lo cual favorece las relaciones interpersonales.
- Mejora la asertividad, una forma de expresión de ideas y sentimientos consciente, congruente, directa y equilibrada.
- Facilita la regulación y previene el impacto nocivo de las emociones negativas en nuestro entorno y nosotros mismos, evitando episodios de ansiedad o depresión.
- Aumenta nuestra capacidad para disfrutar de los acontecimientos.
- Facilita el proceso de aprendizaje y nos llena de energía y curiosidad.
Información extraída de: www.bebesymas.com